Nada espero de esto que escribo más que desahogarme en el silencio. Llorar ya no es lo que era antes, ahora duele más y ayuda menos. Parecen interminables las lágrimas que derramo. Parecen tan vacías y pienso en tus ojos, en tus labios y sigo sintiéndome vacía. Recuerdo caricias y muertes, cuestiono mi fe y lloro. Es el instinto, lo que se hacer mejor, llorar. Muy pocas veces frente a los demás, es que las lágrimas son mías y de nadie mas. Las sensaciones son distintas, ya no me basta lo poco. Cada vez necesito más y más, la abstinencia me mata. La urgencia de ver la sangre correr por el cuerpo, de sentirme viva, de tan solo sentirme se apodera de mi. Porque un abrazo tuyo ya no hace lo que hacía antes, a lo mejor pase mucho tiempo sin estar envuelta en tus brazos. Esos que me contenían cuando la urgencia de llorar se apoderaba de mí. Más tu presencia ponía un candado a mis lágrimas y nada me podía calmar, solo tu calor en mi frío corazón.
No entiendo y no veo, ya deje de escuchar. La mente murió en la calle, se cansó de ser inmaculada. Por ende los santos ya no vienen. El último ángel murió. Lo matamos por la desesperación. Le arrancamos pluma por pluma sus alas y lo dejamos para que muera. Nadie se arrepiente, eso es lo peor. Pero la angustia nos invade a todos cuando vemos gente morir, o simplemente cuando un llamador de Ángeles es suavemente mecido por el viento; y nosotros aguantamos la respiración, esperamos en silencio, pero sabemos que jamás va a llegar. Sabemos que lo matamos. Vos lo extrañas más que yo. Arrancaste una pluma y me la regalaste. Te pido perdón. En una estremecedora puntada de lástima deje la pluma volar. La solté con ilusiones de que llegase al sol. De que se queme por sus rayos hasta que queden solo cenizas, y de que esas cenizas renaciera nuestra salvación. Pero la pluma jamás se elevó. Cayó a tierra como si fuese metal y se marchitó.
El cuerpo me tiembla, los ojos se aguan. ¿Cómo se puede vivir con uno mismo? Yo no me puedo y sin embargo te pude a vos. Que indiferencia veo reflejada en tu rostro, ya no te importa la muerte de millones, ni la muerte de la Fe. Vivís con vos mismo tranquilo, seguro. El ángel te miró antes de morir. ¿Eso te dio serenidad? Compartila conmigo, envolveme entre tus alas que simulan ser brazos y deshidratame. Pero no, estoy sola en una pieza, mutilándome con pensamientos fuera de lugar. Jamás pude vivir en la realidad. Quizás el ángel jamás existió y solo uso mi palabra favorita para describir mis penas en algún texto sin sentido que los demás pretenden entender. Yo no entiendo lo que escribo y ellos, casi tan ajenos a mí como soy yo, dicen entender. Pues aquí estoy desorientada. ¿No me lo ven en la cara? Explíquenme así puedo entender. ¿Por qué mis textos contienen inocencia perdida, inercia vivida? ¿Por qué hablo de Dios, de Ángeles caídos, de sus ojos, de sus malditos ojos azules? Ayer me vi en el espejo por primera vez después de mucho tiempo. Me asusté, lloré, lloramos. ¿Saben que vi? Encontré mis liberados ojos verdes siendo violados por atemorizantes líneas azules. Intenta recobrar el poder. El pánico se apodera de mí. Ya no tengo un ángel que me cuide. Jamás lo tuve realmente, pero saberlo vivo me daba esperanzas. Ahora estoy sola y vulnerable. Los ojos azules de aquel ángel se volvieron negros de muerte y vos no sos el mismo. Nunca estuve tan sola como lo estoy ahora. Nunca odie tanto esta soledad. Pero ya no quiero hablar conmigo misma de la inocencia perdida. Se perdió, ya nada se puede hacer. No la podemos recuperar y la venganza torna negro el corazón. ¿Entonces por qué luchar por mi posesión? Ellas renunciaron al igual que vos. El ángel murió. No obstante sonrio ¿o no? ¿No me ven abrir mi boca lo más que puedo? ¿A quien le sonrio? A los que ya no están vivos. Esos que saben todo de mí porque se los llore. Ellos no me pueden juzgar, no me pueden incriminar con la mirada. Yo les agradezco sonriéndole al cielo. Aunque ahora el cielo sea gris porque los ojos azules del ángel murieron en la tierra, yo le sonrio igual. Mientras que por dentro consumo la ultima gota de tiempo y comienzo a vivir y repetir todo una vez mas, es que todo regresa al presente y adentro no hay nada mas que infinitos Ángeles para matar. |