Nuestra linda y complaciente mucama –algo temerosa- nos pide
- Sr… ¿me podría comprar una remerita?
Y nosotros, con estremecedora lascivia y el cerebro alborotado de fantasías, le damos de inmediato el importe.
Nuestra bella e intelectual secretaria, nos lanza –como al descuido- una aparente neutra frase
- Dr….¿Ha visto Ud., que hermosas bikinis hay en la vidriera del shoping…?
Y nosotros, con la pasión aguijoneándonos el cerebro, nos escapamos de la oficina, entramos al shoping, elegimos una diminuta y provocativa bikini amarilla, la invitamos a un viajecito y por el camino se la entregamos.
Nuestra provocativa y atorrantita amiga, una gatita habitué del pub –bastante borracha y alegre- nos saluda y sugiere
- Hola Batman...que alegría verte…¿tomamos un champang…?
Y nosotros, con el cerebro desbordando lujuria, de inmediato chasqueamos los dedos y pedimos al mozo el mejor champang.
Nuestra fogosa y felinezca amante, -con mirada libidinosa y actitud amazónica- voluptuosamente nos ordena
- Papito, acompañame hoy a la boutique, necesito comprarme ropa.
Y nosotros, hacia el anochecer -con incipiente placer que nos recorre la columna- acompañamos a nuestra amante, estacionamos en un lugar bastante oscuro, y sin bajar del auto, le damos mucho dinero y la esperamos ardientemente.
Nuestra dulce –casi hermana- y antigua novia, tiernamente nos invita
- Gordo…¿me acompañás a la joyería?, necesito cambiar el reloj.
Y nosotros, a media tarde, armados de paciencia y aparentando gran júbilo por esa tarea, acompañamos a nuestra novia, nos bajamos con ella al negocio, la ayudamos a elegir un reloj, abonamos el importe y partimos.
Nuestra gorda esposa, con ruleros y vistiendo batón, -con estridente y buitrezco graznido- nos increpa y mortifica,
- ¡Imbécil! ¿donde carajo dejaste la chequera?
Y nosotros, bajando amargamente la cabeza, con un nudo en el estómago, pensando en el suicidio o el homicidio, salimos al patio, le damos una patada al perro y –con evidentes palpitaciones- nos ponemos a lavar el auto.
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