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06.02.07
EXPERIENCIA
- No tienes nada que temer, yo hago de filtro y protección, de cajero y guardaespaldas. Seré tus ojos donde pueda esconderse el peligro antes de que llegue a ti.
- Ya me contó una amiga. Ella hace unos meses que lo hace y estoy decidida. Creo que tengo cualidades y capacidad de seducción suficientes.
Estudiante de periodismo en una ciudad, lejos de su casa paterna, Pilar, desde este momento Elena, toma un tren sin destino fijo.
Paco, su protector, es el que recibe las llamadas de sus futuros clientes.
- Mañana viernes a las 22 h en el hotel Palace. Él es rubio, gordito y se hace llamar, Martín.
Su primer trabajo. Estaba aleccionada por su amiga. Veintiún años. Bonita y tan seductora como fría y calculadora.
Había tenido otras experiencias, pero con colegas de la Universidad.
El cliente dejó la habitación en penumbra.
- Te tomo prestada tu ropa interior y tus medias. – le dijo mostrando cierto temor, como el niño que sabe que lo que hace no está bien y teme una mirada de reproche.
Excitado, recogió las prendas íntimas de Elena sin apenas mirar su soberbia desnudez.
Huyó al cuarto de baño.
La chica, al pie de la cama, se envolvió con la colcha dejando un seno al descubierto, como quien deja constancia de su oficio, más por inseguridad que por instinto.
Pasados unos minutos la puerta del baño se abrió soltando una bocanada de notas de saxofón ebrio de placer. Apareció Martín con unos ligueros que se abrían paso entre el abundante vello de sus muslos. El tanga rojo apenas cubría un bulto diminuto debajo de la blanca barriga.
Zapatos rojos de tacón alto, número 43. Carmesí el sujetador, apenas recogía sus abundantes pectorales. Peluca rubia de peinado reciente y moderno enmarcaba su rostro pintado hasta el extremo. Pestañas de cabaretera. De los lóbulos de las orejas unos pendientes de fantasía atiborrados de cristales diamantinos y un foulard de plumas de oca le rodeaba el cuello, tapando la papada y disimulando, poco, su velludo torso.
Elena, más que sentarse, cayó literalmente sobre la cama, a unos metros de la aparición. Le costó contener la risa. La expresión de femme fatale de Martín no admitía burlas.
- Ponte mi ropa. – espetó desdeñosa la de las pestañas enormes.
Elena asintió muy seria, masculina. Adivinó el juego. Recogió la ropa y entró a cambiarse al inodoro no sin antes pasarle el pequeño aparato de CDes donde un saxo seguía con sus lánguidas notas.
En el interior del improvisado ropero, no pudo, ni quiso, reprimir una carcajada al verse envuelta con aquellos metros de tela gris a rayas. Para evitar la caída de los pantalones, tuvo que hacerle un nudo al cinturón, claro que la chaqueta podía vestir a tres cuerpos como el suyo.
No se arredró la valiente futura periodista. Sobre los hombros, por detrás del cuello, hizo pasar una de las toallas de baño y la dejó caer por ambos lados del pecho, la otra toalla la enrolló como pudo alrededor de su cuerpo y sobre ellas, la camisa, la corbata y la chaqueta. Se miró de nuevo, sonrió. Con el lápiz negro del contorno de ojos pintó un bigote atrevido y se decidió a salir.
Las notas desgarradas de un tango dieron la entrada en escena a Elena. Imbuida por ellas no tubo que esforzarse mucho en representar su papel.
Ella, Martín, lo esperaba tumbado en la cama esforzándose en una postura sensual , seductora.
Al contemplar al “macho” que tenía ante sus desorbitados ojos, le tembló la barbilla, su corazón comenzó un trote lento al principio, para entrar después en el galope al sentir el tirón que “él” dio a su foulard de plumas acercándolo a su boca.
No vale la pena describir las escenas posteriores por imaginadas.
**
La voz del profesor de Sociología nombró a varios alumnos, entre ellos a Pilar.
El pequeño grupo, armado de sus libretas, bolígrafos y grabadoras, se dirigió al Salón Dorado del Ayuntamiento, donde se encargarían de realizar una rueda de prensa al Consejero de Cultura, como entrenamiento en vivo, para aprender a realizar preguntas interesantes a sus futuros lectores en sus respectivos periódicos, emisoras de radio o de televisión.
La enorme puerta de caoba labrada se abrió para dar paso al Consejero de Cultura Don Luis Martinez García, que en pocos segundos se vio envuelto en los fogonazos de las cámaras fotográficas.
A Pilar le dio la risa, una risa incontenible que, por más que forzaba apretando los labios, el aire y el sonido le salían por la nariz. Sus compañeros la miraban extrañados y algunos hasta se contagiaron y rieron a carcajadas por lo que ni siquiera podían sospechar.
Pararon los flashes. Comenzaba la rueda de prensa ante un silencio desbaratado por las risas, ya sin medida, de los jóvenes estudiantes.
Tal era el barullo que llamó la atención del Consejero, quien, al ver a Elena, no pudo reprimir el caudal sanguíneo que inundó sus mejillas.
Pilar, tapándose la boca, se levantó y abandonó el Salón.
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Texto agregado el 06-02-2007, y leído por 318
visitantes. (18 votos)
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Lectores Opinan |
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21-02-2007 |
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Jo! te has saltado lo mejor!! jaja No, en serio, no sé si el sexo te hace estar pegado a las líneas, pero yo diría que la forma de narrar engancha y el ritmo es adecuado.
Anda que no habrá de esos... Y yo que me imagino a Aznar con esas pintas. Efecto_Placebo |
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16-02-2007 |
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Buena forma de decirlo, el mundo es un pañuelo... y sucio. Saludos. nomecreona |
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15-02-2007 |
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Es un escrito además de agradable y fascinante real como la vida misma. Vidas paralelas, el otro yo de una persona es flagrantemente descubierto en el momento más inoportuno. Un saludo y***** josef |
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11-02-2007 |
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que buen escrito y que bien narrado, por lo menos se sonrie con el. Las cosas de la vida eslavida |
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10-02-2007 |
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LLevas la historia con estilo y no exenta de humor. Sin embargo es una criticasocial que haces, y pones al descubiertolasdesviaciones de un político. un abrazo sendero |
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09-02-2007 |
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¡Sorpresas que da la vida! Me quedé con tu elaborado intento de reducir y sintetizar la historia a su expresión mínima. Bien escogidas las paradójicas situaciones, las circunstancias de la escena.
azulada |
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09-02-2007 |
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Que simpático escrito,jejejejej impresa |
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07-02-2007 |
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Vaya.... el mundo es un pañuelo. Qué difícil vivir sus fantasias. A mí me da pena. sophie |
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07-02-2007 |
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Divertido y bien llevado texto a la vez que original. Un saludo de SOL-O-LUNA |
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07-02-2007 |
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jjajja... muy biien, ocurrennte, simpatico. Me encanta leerte., dalecaspa |
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07-02-2007 |
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Por un momento me adentras en el serio y triste mundo de la prostitución, con sus fondos y claroscuros. Pero de repente me abres la puerta de la sorpresa y la diversión, me haces reir imaginando la escena de ese sonrojado orador ante esa rueda de prensa. Un texto diferente y divertido. Muy buena narrativa, como siempre Enhorabuena. ***** Claraluz |
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07-02-2007 |
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Buenísimo texto, entretenido… con mucho humor, hay chispas en el y un poco de ironía de la vida, que siempre te hace pasar papelones, jajás, me encanto.*****
Besitos
lagunita |
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07-02-2007 |
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Interesante tema traes a luz en tu escrito. Intimidades y experiencias que parecen trascender el espacio privado y quedan expuestas a la contemplación de los demás. Moral, prejuicios, burlas... ¡oh! sorpresa... 5*s Shou |
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06-02-2007 |
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Hay una frase en el Evangelio, "no hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido" (Mt. 10,26). Aterrador, simplemente aterrador... Mis ***** vacarey |
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06-02-2007 |
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jejeje que entretenido relato Juan, por bien narrado y casi casi me siento por ahi viendo y bueno la enseñanza o lo que pones en la mesa de reflexión no deja de ser interesante...vidas dobles?...ahh atrevida estudiante...que fuera uno sin el arrojo de ellos no?...jejeej luzyalegria |
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06-02-2007 |
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Qué bueno, amigo!!! Si somos reduccionistas hasta el extremo, un cuento se compone de dos ingredientes. El qué (historia) y el cómo (estilo). En ambas cosas te ubicas muy alto. Me gusta mucho leerte. Solo tengo un "pero" que comentarte: "No vale la pena describir las escenas posteriores por imaginadas" dices. Ah, Graju, te saltaste la mejor parte! 5*
theotocopulos |
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06-02-2007 |
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Menuda experiencia, para ambos! encuentros clandestinos, reparan sorpresas... y carcajadas si es posible jejeje! AzulMarina |
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06-02-2007 |
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Caras vemos intimidades no sabemos, eso, parece decir tu texto. La vida es una caja de sorpesas.. retratas bien todas las escenas y tu cuento se lee con mucha facilidad... un abrazo ruben undia |
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