Surgió de una llama a punto de estallar un ave capaz de tocar los corazones sin posar sus manos; cruzaba sus alas en pos de la defensa de quienes imploraban por ella. En un rincón lejano de la isla, en la otra punta del abismo; donde nacen los secos fríos que inmutan el rostro, habitaba un ciervo con aura roja; aun pasivo se podía distinguir el su fuego a punto de saltar a todos lados.
Una tarde de invierno medio, tomó una dirección de algún papel, y envió una carta, el mozalbete a ésta valkiria, ella cruzó sus escudos pero algo la frenaba y pensó en curiosear.
Ambas soledades comenzaron a fundirse y como estaban hechos de fuego y llamas, irremediable e infrenable fue el deseo de tenerse, no de cuerpo como de alma; y desde ambos témpanos salieron luces mas fuertes que cualquier faro, un litio emergente de pasión comenzó a forjarse en los corazones, la misma cosa en ambos sitios, y creció hasta poseerlos.
El hidalgo vio las tardes apagarse por la ausencia de su hada, y sus noches comenzaron a ser cada vez más eternas, con la frente hacia el techo y pseudo despertando por partes al día que lo volvía a la lucha eterna que es la existencia. La doncella sintió cada momento más carga en su cruz de soledad, las compañías, todo apuntaba a descubrir la carencia de sus días.
Pasaron días y éste comenzó a desear ese camino que se recorre de a dos, consecuente transmitió la nueva a su idílica amada; está emocionada expresó que ese era su más caro deseo. Y sus manos se buscaron, pero no se encontraron, aún seguían a dos lados del cubo terrenal; con los días que seguían sus esperanzas de unión crecían tanto como se nublaban sus caras al saber que sus sendos reflejos aún les eran distantes.
Ella debía tomar un descanso de sus protegidos, y viajaría hasta el feudo donde él moraba; enterado preparó las cosas para la bienvenida mas el tiempo/destino ya tenía torcida la vara de un plan de etapas y postas, como siempre lo hace; y los días cambiaron para el aspirante de amante.
Incomunicado de trascender, debió cambiar su puesto de paje a hidalgo, éste ya definitivo, planeó una posada, pero no hubo encontrado más que lóbregas moradas abandonadas; mientras quedó su tiempo limitado a ordenar su nuevo puesto, los designios del duque, por que sería el 2º a mando; y comenzaron a arder sus ojos por no poder ni adivinar que pasara con su amada.
Comenzó la doncella a cuestionarse por el cambio, no encontró más cartas en su buzón, ni emisarios que enviasen noticias; envió noticias suyas al señor, quien tardaba en contestar por su nuevas tareas; su alma pesaba más y por pedazos era plasmada en sus notas; el joven empezó a teñirse de negro, la viudez de no estar donde se debe, dos luceros advirtieron del devenir de los hechos, y éste por más afirmado que estaba, cada vez era más ausente y esto le dolía.
Llegó ella un día y se vieron, pero fue la primera de 3 reuniones, apareció la fase 2 del plan del destino, los polluelos no tenían como comer, y ella era fuerte; el caballero se vio fuera de escena con ambas manos sueltas y atadas de posibles; en un morral encontró una porción de torta que sabía a pan viejo, el moho de su brillante espada ya no cortaba ni la manteca del desayuno.
No habría peleas que pelear, sólo con una mano enllaguecida y descalzo sobre brasas al rojo, a luchar contra el destino, Gran Señor Creador De Lágrimas.
Un último abrazo, las ganas de volverse uno, de no volver, y terminó una historia extraña dando comienzo al retorno del Hada y la deshidratación lagrimal de ambos, uno ciego desde lejos en el peñasco donde fue engrillado, y ella a alimentar crías de impiadosos dependientes de ella.
Puso su escudo en contra del hidalgo, éste coronó su castillo con almas del limbo, y un corazón empezó a secarse como un higo al sol hasta volverse pasa, mientras en el alma nadie supo jamás para donde correr.