Si es más que nada lo que no tienes entonces debes más de lo que imaginas, a menos que tengas algo por lo cual no tener que deber, entonces la atenuante eres tú, pero ese mismo atenuante es la cara de la moneda que no llevas en el bolsillo, por eso para tomar un paso al costado ves si alguien te ve, para mirarte en su cara y reconocer la finitud de tu ser al tiempo de reconocer la del otro, después de todo, quien es el otro sin ti, y si tú no, entonces no hay otro, al menos que tú seas tu otro según el reflejo de quien miras a que hora.
No es una respuesta a una pregunta sino la pregunta que se mezcla con la respuesta sin ser respondida por que es el brillo de la misma inquietud, y aún estás parado viendo si te queda alguna moneda, si debes, te deben, se deben, quién más, quién menos; pero al final de la calle aun no has despegado los pies de la acera y tampoco viste más que el reflejo de tu ser en un espejo que pasó al lado tuyo; listo eres tu otro sin un mas terceros que el que te trajo el espejo, pero el espejo son tus ojos que autoreflejaron tu realidad, justo cuando ibas a fijarte si las monedas eran de verdad o de mentira y no te alcanzan. Ni para comprar la solidez de tus pasos, por que no te estás moviendo, no te impulsas sino que el movimiento te impulsa a ti y la realidad es que aunque pareces que estás parado dentro de media hora estarás desayunando sin poder recordar las cosas que se te acaban de mostrar, que te acabas de mostrar tu mismo.