La palabra exacta es puntual, siempre está cuando se la requiere, colocada en el lugar preciso. La palabra exacta es fiel, no traiciona el contenido de la oración, es, aún más, la piedra de engaste que ilumina la frase. La palabra exacta es cabal, hecha a la medida, se contiene a si misma y cualquier desborde, sólo favorece al resto.

Por lo tanto, la palabra exacta, es la palabra invocada y que no siempre aparece, pero cuando lo hace, socorre a cualquier texto del naufragio…