C: ¿Cosillas?
N: Sus cosas… las partes (lo acompaña con gesto)
C: Ahhh, ya… ¿y ese es el problema que quieres arreglar? Usar pañales y hacerte caca
N: No
C: ¿No?
N: ¡No!
C: Ok.
(5 minutos después. N mira a C atentamente, quien, a su vez, mira el vacío)
N: (finalmente, después de una reflexión mental) ¿Cómo estai?
C: (lo mira)… bien…
N: No no no, en serio, ¿CÓMO ESTÁS?
C: ¡Bien!... en serio
N: Es que te hablo de verdad, ¿Cómo est…
C: … ¡¿Qué onda tu, loco?! Bien te dije, BIEN. ¡BI – EN!
N: Perdón, disculpa, sorry… es que… es que ¿Te haz fijado lo dramático de los saludos?... (A medida que avanza, se pone de pie y alza la voz) tan insípido, sin importancia, una mera rutina que es consecuencia del ¡absurdo protocolo que impone la sociedad rechazando todo lo que conlleva, resume, contiene e importa esa gran y FUN- DA- MEN- TAL pregunta!: ¡¡¿CÓMO ESTÁS?!!
C: …
N: (Aún mas sulfurado y exaltado) ¡¡¿Cómo somos capaces de caminar, encontrarse accidental o premeditadamente con alguien, dar la mano o un beso (según lo que corresponda) y preguntar lo de siempre - ¿Como estai? – de manera tan inconsciente: y desaprovechar esa apasionante y reveladora pregunta… o sea: LA PREGUNTA?!! Insólito ¿no?...
(N respira agitado)
C: …
N: …
C: (lo mira con curiosidad) …Te pasaste… pero...
N: ¿...?
C: ...igual buena.
¿FIN?
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