Nunca me arrepentiré de conocerte, mucho menos de amarte.
Y heme aquí de nuevo bajo el mismo viejo árbol que tantas veces cobijo nuestro amor, hace mucho que no venia aquí pero sentí la necesidad, la necesidad de recordar, y a mi mente llegan imágenes del pasado, de aquel tiempo en que enlazábamos nuestras manos y uníamos nuestros labios en un beso mientras las horas pasaban acercando nuestro fin.
Te ame como a ninguna y como jamas lo volveré a hacer, pues eres mi primer amor, te amare toda la vida. Un viento frío sopla en mi rostro sacándome de mis pensamientos solo para dejarme caer mas profundo, ¿sabes? Realmente lo que sentía por ti no era un enamoramiento, era amor verdadero, del que es capaz de trascender mas allá de cualquier cosa, esa pasión súbita, profunda, intima; que nació cuando te conocí, cuando halle reunida en tu ser debilidad, desamparo y al mismo tiempo arrogancia, sucedió algo en mi interior: como si fuera a desbordárseme el alma, en ese instante me sentí conmovido y humillado, desde aquel momento broto mi amor por ti, no’mas por ti y nos sumergimos en un torrente delirante que nos abrazo hasta consumirnos, ya para entonces éramos uno solo, y lo que siguió después no podía ser otra cosa que la mas completa felicidad.
Oigo unos pasos que se acercan y de pronto unos brazos me rodean tiernamente al tiempo que unos labios se oprimen con los míos: has llegado puntual a nuestra cita, nos tomamos de las manos y comenzamos a elevarnos hacia el cielo hasta perdernos en el horizonte.