La letra A, orgullosa de estar en la palabra argamasa, cuatro veces, desafió a la letra O para que la superara y ésta, se dijo que, desde ese mismo momento pasaba a ser el señor O y que estaba cocoroco de igualar el récord de cuatro repeticiones. La letra I, que se metió al baile sin que nadie la llamara, se rió destemplada y dijo que la palabra miriaditica era válida y se auto otorgó el honor de igualar a la señora A y al señor O, que, hacía enormes esfuerzos para que su condición femenina no lo delatara. La E que, cautelosa, contemplaba todo desde un rincón, metió baza en este asunto y dijo que esta cita era digna para ser considerada como una efeméride y –sin siquiera proponérselo- entró también al baile con cuatro repeticiones, muy bien logradas, por supuesto. La letra U, postergada y tristona, contemplaba todo desde su habitual última posición. Y como nadie quiere ser menos, incluso ella, trataba de encontrar una palabra que por lo menos la iterara en cuatro ocasiones.
A todo esto, las demás letras se devanaban los sesos, que sí los tienen algunas vocales y muy bien puestos, por lo demás. La I, acaso la más alocada de todas, enunció que la palabra miriaditica se pronunciaba originalmente como imiriaditica y pegó un tremendo salto al creerse ganadora, por lo que el puntito, que llevaba como coqueto bonete, se quedó pegado al techo. De inmediato, las demás vocales, menos la U, que no gustaba de mezclarse en discusiones bizantinas, se concertaron para descalificar a la flaca, por actuar de manera tan deshonesta. La letra O, que había buscado en el diccionario el término imiriaditica, se transformó en Jueza y dijo que esa palabra jamás había existido en el idioma. Por lo tanto, la I fue expulsada para siempre del lote y también la O que fue descubierta tratando de disimular su feminidad.
De esta forma, las vocales pasaron a ser tres: la A, la E y la U, por lo que, el lenguaje sufrió una gran revolución y –por ejemplo, Amor ya no se pronuncia así, sino Amur, Vida es Veda, y Amistad, ahora es Amestad. Para suerte de todos, la esperanza, la fe y la paz no sufrieron ningún cambio, ya que son muy necesarias en este mundo y merecen pronunciarse con todas sus letras.
Entretanto, la U nunca perdió la ilusión de encontrar, aunque fuese una sola palabra que la iterase en cuatro oportunidades, para igualar la marca dejada por sus congéneres.
Se cree que la I y la O están conspirando, desde el mismo momento en que fueron expulsadas, para realizar un golpe de estado y transformarse, por esta vía, en las únicas y plenipotenciarias vocales del abecedario. ¿Lo lograrán?..
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