Hoy desperté y desde la ventana una estrella me guiñó el ojo
Bostecé y me desperecé, dejando a mi último sueño acostado
Antes de salir volví a verlo y sonriendo me guiñó el ojo
Me duché, me peine, la imagen del espejo me miraba atentamente
Sin perder detalle, antes de irme lo miré de reojo
Pero allí estaba el espejo, bostezando el flojo
Ya por dejar la casa, hacia mi trabajo, reparé en mi pez dorado
Jugueteaba con los velos de su falda, con su ojo congelado
Un tanto desconfiado le di un poco de comida, al voltear
Allí estaba Otelo, moviendo el rabo alegre, y me guiñó el ojo
Salí, mas o menos ofuscado, algo especial sucedía
Tanta complicidad, tanta magia y yo no lo sabía.
Me subí al metro, conseguí lugar (podría ser golpe de suerte)
Pero vi sentado a un viejito enfrente, que me observó sonriente
Era tuerto, era bajo, tenía cola y le faltaba un diente
En el hombro de su saco, sentado estaba un negro escarabajo
Y las señoras de tocado llevaban mariposas con alas niñas
Con alas transparentes y otras con alas muy hermosas
Al entrar a mi oficina, sorprendí a un gran sapo hurgando en mis papeles
Se mostró asustado, me sonrió con su bocota y me guiño un ojo
¿Qué pasa? Pregunté desesperado ¿Qué sabes que no estoy enterado?
Se quedó pensando y de un salto se puso en la ventana,
Y me hizo una mueca ¡entonces me di cuenta! El sol estaba de cabeza,
las aves volaban al revés, las nubes subían de los lagos
Es que hoy es febrero diez y seis, fue Luisa, que traviesa,
pidió que en su cumpleaños el mundo despertara de cabeza
¿Que otra cosa puede ser? ¿Por quien más, podría tanta magia suceder?
Al fin, me senté ya relajado, estiré mis piernas flacas y curioso vi mis pies
Mis zapatos, estaban al revés...
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