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En Cumplimiento del Deber.

Eran las diez de la mañana. El jinete había cabalgado toda la noche anterior, como lo había hecho durante las últimas cuatro noches y días. Debía entregar el mensaje al comandante lo antes posible. El jamelgo estaba cansado, raído, apenas podía sostenerse. El jinete lucía seco, abatido y en un estado de deshidratación tal que no sudaba uno sola gota a pesar del calor infernal que le calcinaba hasta los huesos. El camino estaba decorado con cadáveres de animales seguramente vencidos por la sed y el castigo del inclemente sol. Las osamentas los observaban con sus cuencas vacías, augurándoles a ambos, hombre y bestia, una muerte segura. Justo al final de la tarde, cuando la muerte mostraba sus garras entre nubes grises de confusión y ahogo, el jinete divisó el campamento. -Nos salvamos, pensó.

El jinete entró al campamento. Alistados y oficiales salieron a recibirle. Los había de todo los tipos y todas las condiciones. Altos y gordos, robustos y enclenques, a algunos les faltaba una mano, un brazo o una pierna. Todos le rodearon. De entre el grupo se le acercó uno y le dijo, con voz áspera: -¿ Noticias ?

-Si mi comandante, balbució el jinete a punto de desfallecer.

-Pues hable.

-Todos están muertos. Sólo yo me salvé.

-Demonios, dijo el oficial. -¿ Y qué hace usted aquí ? Impartí órdenes muy precisas, y una de ellas decía que no quería volver a saber de ninguno de ustedes si perdían la batalla. Así que dígame….¿ Qué diablos hace usted aquí ?

-El general me mandó con un mensaje.

-Mierda para el general!!, desobedeció una orden….Pero ya que está usted aquí, dígame…¿ En qué estado quedaron las tropas del enemigo ?

-Todos muertos mi comandante. De ellos no quedó ninguno.

-Cómo!!, gritó el comandante, con los ojos a punto de salir de sus órbitas.-Entonces ganamos la batalla…..Genial!!

-No hubo batalla mi comandante. Nadie peleó contra nadie.

El oficial quedó perplejo ante semejante respuesta. Los soldados presentes mascullaban palabras apenas audibles. El jinete rompió la frialdad de la escena con un relato tan espeluznante como fantástico.

-Justo cuando iniciaba la batalla, una tormenta de polvo y arena tan grande como el cielo arropó las tropas. No se podía respirar y el viento era fortísimo, huracanado. Cuando todo terminó, nada quedaba de los dos ejércitos. Todos habían sido sepultados por enormes dunas de arena. Después de buscar durante horas algún sobreviviente, me encontré con el general, ya moribundo. El me envió con un mensaje para usted.

El campamento entero quedó preso de la incredulidad y el asombro ante tal relato. Algunos pensaron que la larga travesía y el candente sol habían trastornado la cabeza del jinete. El comandante se le acercó y le preguntó en un tono más bajo del que acostumbraba a usar: - Y dígame…¿ Cuál es el mensaje ?

El jinete lo miró a los ojos. Levantó la vista para mirar a la muchedumbre de alistados que esperaban ávidamente una respuesta, cualquier respuesta, volvió a mirar al comandante y respondió:

-Mierda para la Patria. La guerra es una maldición que no sirve para nada.

En el momento justo en que el comandante llenaba de aire sus pulmones para responder el insulto, jinete y caballo se desplomaron. La muerte los había vencido.

-Recojan este pendejo y al caballo, dijo el comandante disgustado.

-¿ Cuándo le hacemos los honores militares, señor ?, preguntó otro oficial de mediana edad.

-¿ Honores militares ? Acaso no escuchó lo que él dijo.

-Si mi comandante, escuché. También escuché cuando dijo que había venido cumpliendo una orden del general, para entregar un mensaje. Este hombre murió en el cumplimiento de su deber . Merece los honores militares.

El comandante se pasó la diestra por el exiguo bigote que coronaba sus labios, dio unos pasos atrás y dijo, mientras se retiraba del lugar:

-Mañana a las 6 de la mañana lo enterramos, con sus honores militares.

-¿ Y después, señor, qué sigue ?, preguntó el oficial

-La maldita guerra, con o sin tormenta de arena, respondió el comandante.






Texto agregado el 16-02-2004, y leído por 1512 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
22-02-2004 Ww. Carlos....este cuento está fabuloso. De tu colección es uno de los que más me ha gustado. El uso de las palabras y la narración destilan calidad. Y si...la guerra es una maldición. Buen punto. Felicidades. chachi
 
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