Una hoja usado de filo,
una muñeca entintada de rojo.
Mil noches insomnes oyendo a un grillo,
llorando sin razón.
Un cuerpo desnudo en la cama,
alcohol en los labios,
cayendo hasta el abismo de lo real.
Lágrimas marchitas, polvo y sal.
Rodeado de árboles sabios,
donde demonios llaman.
Esperanzas en la basura
y solo se hunde en la locura
de la cruz falsa.
La magia ha terminado,
mil batallas perdidas,
un lápiz y una hoja
deslizándose hasta tocar el metal incrustado
en las mas profundas heridas.
Se descubre al fin la gran ola roja.
Un preludio lejano y acallado,
un epilogo en la boca,
palabras no dichas, un beso zanjado.
Un intenso olor a destierro,
a fuego, a pasión calcinada.
Una vida fría como el hierro.
Una hoja jugando a ser filo,
una jeringa derretida dentro de su hirviente piel,
un metal color miel.
Un pasillo, un giro
al final, la nada.
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