...eran cerca de las dos de la tarde y tuve miedo de llamar a la puerta de la casa de mi incondicional- sabía que ella me dejaría esconderme durante algún tiempo en su casa, pero ¿hasta cuándo duraría tal hospedaje?- finalmente me armé de valor y dije en voz alta: "Isabel", al cabo de unos segundos salió con su hijo en brazos, me saludó alegre de verme y me invitó a pasar. Guardé silencio y ella notó por mi rostro que en mí existía un grado de preocupación; dejó a su hijo con la niñera y fuimos a la sala de estar para conversar un rato, fui directa y le conté la historia con la que estaba cargando, ella me miró con miedo y desconfianza ya que aún mantenía en mi poder el cuchillo con el que había matado a esos hombres.
Al cabo de uno minutos en silencio y mirando mis lágrimas de desesperación que rodaban por mis mejillas aceptó mi petición y me abrazó -ella me conocía perfectamente y sabía que no lo hize con alguna intención planificada- sin embargo aún estaban esos policías tras de mí, olvidamos la realidad por un par de horas y hablamos sobre la vida, recordamos las aventuras de la infancia, los sueños de niñas y las travesuras que juntas escondíamos de ambas... de esa manera llegó la noche y mi cuerpo exigía descansar así que fui a dormir para recuperar fuerzas y tranquilizar mis pensamientos -de pronto sentí un enorme impulso de golpear a las cahuineras mujeres vecinas del edificio- traté de sacar de mi mente ese deseo de muerte...algo extraño nacía esa noche en mí, pero no le dí demasiada importancia.
Al día siguiente, Isabel, trajo desayuno a mi cama y me brindó nuevamente su apoyo -me sentí algo más tranquila- luego se marchó a ver a su hijo que lloraba en su cuna - ese llanto me incomodó bastante- ya eran las diez de la mañana y me levanté para ayudarla con lo quehaceres del hogar, luego preparamos almuerzo y posteriormente jugamos un rato con su hijo -pero me incomodaba que le prestara más atención a él que a mí- quize no darle importancia y seguí jugando con él.
Durante la tarde mi amiga fue de compras a la caleta -tenía ganas de comer pescado frito- y me quedé al cuidado de su hijo...el pequño demonio al no reconocerme comenzó a llorar y a llamar a su madre, no encontré método alguno para callar su llanto y lo encerré en la habitación, sus gritos se hacían cada vez más insoportables y mi paciencia cada vez menor. Aún quedaba media hora aproximadamente para que Isabel volviera de las compras y la criatura no guardaba silencio por nada del mundo. Observé durante un par de segundos la puerta de la habitación en la que se encontraba el niño y luego -sin explicarme el por qué- busqué el cuchillo que traía en mi poder; en ese instante Isabel llamó a la puerta para que le abriera, afortunadamente me sacó de mi pensamiento.
Hola, ¿cómo te fue? -saludé a mi amiga que venía cargada de bolsas y paquetes y nos dirigimos a la cocina para preparar un rico almuerzo. Isabel preguntó por su hijo y le dije que estaba dormido luego de unos segundos se escuchó el llanto del pequeño desde la habitación del fondo de la casa, Isabel se dirigió a su encuentro y aún sin explicarme el por qué me molestó que lo buscara y lo consolara de su pena; mientras tanto yo con cuchillo en mano limpiaba el pescado para freirlo...
Continuará... |