El mar te observa allí, sentada sobre la playa, maravillosa, magnética en tu bikini fucsia y sus lánguidos tentáculos infructuosamente se estirar intentado tocar tu piel. Su propia fuerza, su propio peso le contrae sin lograr siquiera acercarse y no le queda más que intentar impulsarse un poco más, estirar un poco más, un poco más que la última vez. Ruge y llora al no lograr besarte y con más fuerza se vuelve a impulsar. Su ira produce espuma que queda flotando sobre la orilla, su ira cada vez más intensa, sumerge bañistas, embota tiburones, inunda islas, gira submarinos, hunde navíos y por más que lo intenta nunca logra tocar tu piel. Su masa líquida se contrae entonces y arremete con toda sus fuerzas sobre la playa, te arrastra, te consume, ya eres suya, todo tu cuerpo esta dentro de él y luego de reclamar lo suyo, vuelve la tranquilidad. Nada ha cambiado, solo el amor ha logrado su meta y se consume en el fondo del mar. |