Pienso en ti cada día. Puedes pasar horas en mi mente. Y aún así, vos no sabés que yo estoy acá.
Te pienso, te imagino.
Te extraño, te añoro.
Te adoro, te sirvo.
Pero aún así, vos no me ves.
La calle esta llena, tumultuosa. La magia llena el aire cuando te veo cruzar, en tu propio Universo. Mi corazón bombea más rápido. Me cuesta creerlo. Pero estás ahí, perfecta pero errónea, ideal pero equívoca.
En ese momento me encuentro solo, aunque halla otras personas a mi alrededor, estoy solo, con vos enfrente. Es como si la magia de la vida te pusiera enfrente de mí y mi alegría ante la vida creciera. ¿Por qué el destino hizo que en ese momento nos cruzáramos? ¿Por qué no salí mas tarde o mas temprano, haciendo que ese momento no ocurriese? ¿Por qué tomé aquel camino y no otro? ¿Por qué razón no dirigí mi mirada a otro lado? ¿Por qué no puedo dejar de pensar en vos?
Cientos de dudas me inundan. ¿Qué hacer en ese momento tan especial, mágico? Tranquilizarme. Difícil, pero posible. Camino unos pocos metros más. Disimulo que ya sé que estás ahí, caminando, inserta en tus pensamientos, en tu Mundo. Te miró para ver si me miraste. Los vuelvo a hacer, hasta que nos encontramos muy cerca el uno del otro, y vos me reconoces. Disimulo mi sorpresa. Nos saludamos. Mucho disimulo hay en el aire, una forma de mentira, pero un aire de auxilio. En ese momento irrumpí en tu vida. Pero sólo en ese momento, y tal vez algunos más durante tu vida, eso no lo sé en ese instante. Peor vos irrumpiste y te quedaste en mi vida hacía tiempo. Vos formas parte de mis pensamientos, de mi vida. Te pienso y te adoro. La sola adrenalina emanada por mi cuerpo al verte es una prueba biológica e irrefutable de eso. Pero pronto sé que yo no formo parte de tus pensamientos, de tu vida, de tu Mundo. Sé que si el destino nos hubiera cambiado de lugar, y vos hubieras sido la primera en verme, no hubieras disimulado, porque no habría sido falta. No hubieras experimentado lo que yo experimenté. Y que lo que yo experimentaba en ese momento, en el que te tenía enfrente, hablándome, no lo experimentabas vos. Tu corazón no bombearía como mío. Tu garganta no se secaría como la mía. Tu sudor no sería como el mío.
Desearía que ese momento de encuentro durara siglos, pero partís, como muchas veces lo hiciste. Y me dejas pensando, nuevamente, pero en diferentes circunstancias, en vos. Te odio, pero te quiero. Sentimientos encontrados, que confunden y lastiman. Pero cada gota que sangra mi corazón, no te pesan, y te son indiferentes. No sabés que un corazón sufre por vos, y calla para no sufrir más. Pero no le importa, y decide seguir adelante, tomando riegos, callando, añorando…
Me alejo cada vez más de vos. Vuelvo mi cabeza y te vuelvo a mirar, una mirada de despedida…hasta la próxima vez…