“El infaltable viento peregrino de la noche pasa ajustando cuentas con los que no duermen.” De Cali de Jacobazzi


Para arrastrar aquellas almas que persisten en la noche; mar de ensueños valederos; océano del universo. Yo sólo veo pasar al tiempo ondulado en mis entrañas como un arrullo de lunas y de vientres. En lo alto, el miedo se agita ante la inmensidad del mundo, dando vida a ese follaje verdoso y enmarañado. Y así te encierro, nocturno; me quedo en ti para cifrar el eco de esa queja placentera, mientras la vida transcurre apresurada. Soy el viento que trepa por tu misteriosa vida; ese averno oscuro de los labios o la soledad inmersa bajo tu sonrisa. No te vayas, si ya eres parte de esta savia lenta y tumultuosa que remonta mis praderas; marea latente desatada; equinoccio fundado en el abismo de las almas...

Siego almas, aliento verdores, arraso sombras y senderos. Fustigo con mi flauta de arrebatos la plegaria encendida y el cantar desenfadado. Cancerbero de las tormentas, me fitro por tus párpados soñadores para secar los afluentes de tus lágrimas. Perpetuo viajero de las redondeces aladas, insuflo aliento a los velámenes del raciocinio, no respeto nidos ni sonrisas, ternuras ni torreones, soy el alma en pena del dios Eolo, ensartando cuentas en mi inventario de cielos, ven a mi y serás mi amante, húyeme y te haré mi rehén...

Ana Cecilia y Gui. ©