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Inicio / Cuenteros Locales / FAlejandro / Por fin, descansa en paz

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Estaba sentada en su cama. Sostenía en la mano izquierda una cadena elaborada con más de un centenar de bolitas de madera y en medio de la penumbra, murmullaba algo que para ella se había convertido en un vicio recitar anochecer tras anochecer.
La única luz provenía de la misma mesa de donde tenia las fotos de sus ochos hijos y las de sus más de veinte nietos, irradiada por una vela que se consumía lentamente, al igual que su vida escondida en la soledad. Mágicamente, cada una de aquellas fotos era iluminada por la luz, dependiendo de como el amor de la anciana alcanzaba el corazón de aquellos que se encontraban conglomerados en esa mesa. Los amaba a todos, y moriría por cada uno de ellos, pero era inevitable escoger a unos sobre otros, pues no todos crecieron como ella hubiese querido que lo hicieran.
A esas alturas de la noche, ya era casi imposible distinguir a alguno de esos personajes, pero más aún, a aquel que la había hecho llorar por más de quince años y que la había llevado casi a la ruina. La vela parecía repudiar la imagen de aquel hombre que consumido totalmente por su vicio, había acabado haciéndole daño a su madre y a más de medio pueblo, arrancando de cada hogar algo de lo poco que tenían, para hallar su tranquilidad de nuevo en un mar de vanas sensaciones, comprado con el dinero obtenido por el sudor de otros.
En medio de su taciturnidad y su atadero de palabras santas, escuchó en la calle el bullicio de un grupo de hombres que corrían y gritaban como si la muerte anduviera tras ellos. Distinguió entre tantas voces la de su desventurado hijo y corrió hacia la puerta, tratando de adivinar por que otra historia debería pasar, antes de poder por fin descansar en paz tras su propia muerte. Cuando llego a la entrada de su casa, vio como el más joven producto de su vientre era perseguido por lo que para ella pareció más de un millar de hombres, que armados, corrían a toda velocidad para alcanzarle. Imposibilitada para hacer algo más, entro a su casa decidida a seguir recitando con aquella vieja cadena en la mano, esta vez con más fuerza y mencionando el nombre de su hijo una y otra vez; pero después de estar sentada por largo tiempo esperando noticias y agotada ya, de sus propios murmullos, cerró los ojos para descansar y dejó aquella vela encendida.

Pasaron varias horas antes de que la mujer abriera de nuevo los ojos con la esperanza de ver a su hijo otra vez al lado suyo, pero ni en medio de sus sueños, ni allí en el cuarto, se encontraba él. Se dirigió hacia la mesa para recordar a aquel hombre en su juventud y suplicarle desde ahí que volviera a su lado. Pero la misma vela que una horas antes hacía relucir a unos y opacaba a otros (sobre todo a él), había hecho que ahora aquella foto se extinguiera en esa insignificancia de calor y de luz., desapareciendo para siempre y para que la anciana no le volviera a ver. Era la misma magia que conectaba la llama con el amor de la anciana, la que había hecho desaparecer ese insignificante pedazo de papel convirtiéndolo en un montón de polvo.

Ahora, por fin aquella dama de la penumbra, descansaría, pero para su pesar no con su muerte, si no con la de su amado hijo.

Texto agregado el 01-02-2007, y leído por 177 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
03-02-2007 Me encanto tu cuento; haces un buen uso de la narrativa y dejas algo a la imaginación del lector. Es perfecto!!!, me gustaria seguir leyendo tus escritos. Bye lucia_111
03-02-2007 Se encuentra como mucha historia y por momentos queda sin terminar, aunque "retoma", pero te faltó profundizar más. isadora99
01-02-2007 Este cuento tiene todos los elementos de un drama muy humano y universal. Está escrito con un impecable estilo. Invita a ser leído hasta el final. Creo, sin embargo que el final se queda como rozando el filo de la navaja, pero que pudo hundirse un poco más en el lector el drama que se desenvolvía paralelamente entre la madre y el hijo, en esa trágica noche. En conclusión: me gustó mucho descubrir tu texto, gracias por la invitación y espero seguir leyendo muchos más textos tuyos en el futuro! galabriela
01-02-2007 Haces un buen uso del lenguaje, aunque siento que en esta ocasión hizo falta desarrollar la historia. No temas, hay quienes escriben arriba de mil palabras en un texto sin el menor temor a no ser leídos. Agresividad, entrega, riesgo. Adelante! La página es flexible en ese sentido. Un saludo. Antioquia
 
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