Con los ojos entrecerrados lo vi, era de los encantadores muchachos de piel morena y ojos verdes, con el pelo muy liso , ordenado con gel. Vestía un sweater negro y una camisa blanca debajo, jeans negros y zapatillas blancas, toda una delicia en su querido contraste. Estaba sentado en la escalera de ese sitio y por un momento mi corazón se aceleró, una mala jugada de las hormonas y ya me parecía que era atraida hacia él y yo, allí inmóvil, tan desordenada y poco apetecible.

Me dije a mi misma que solo era la primera impresión, una cáscara, pero con aquello no bastaba para dejar de verlo. De pronto, alzó la vista y la fijó en mí, la desvié caminando al interior del recinto y seguí a mis padres hacia allí.

Él entró, me miró nuevamente y subió las escaleras de la casa, desapareciendo... ahora me queda esperar y anhelar el verle nuevamente, aunque sinceramente lo dudo, pero la esperanza es algo a lo que gustosa me aferraré solo por esta atracción superficial.