El sol tumbado en la mesa
ensombrece la piel
que se derrite por cloacas invisibles,
zanjas de humedad ciega reflejan la nada
en la mesa pintada de noche.
La luz Universal devora los ojos del ciego
como una rata gigantesca.
Y los niños salpican oro y tinieblas
dibujando negros corceles
en hojas de diarios viejos
sobresaltando la soledad,
la lluvia se une y desparrama sus huesos
en un alarido que se funde con la carne.
La boca se esconde en una mano de piedra
alimentándose de una mesa que rompe sus platos
sostenida por mis brazos ensangrentados
que en la casa flotan como dioses burlones
y aunque la tela se desgarra en el transcurso de los dedos
el tirón les deshace el corazón.
Un derrumbe sepulta la mano despiadada
que intenta ser
letra
sonido
alarido mudo...
Texto agregado el 15-02-2004, y leído por 275
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