Miles de colores se agitaban a mi alrededor.
Sin carisma surcaban en mí el dolor que de su rojo -y sin remedio alguno, de entre ellos emergió.




Saltos y saltos. Nadando en un vacío mar de arena.
Saltos y saltos. Pescando en él, un pez de amor.
Saltos más saltos. Sumergiendo ahí, mi pena y mi dolor.
Saltos... Saltos. Con los brazos abiertos la muerte me acogío en su seno.




Despues de tanto.
Cara a cara encontré en un espejo a mi amigo.
Lo saludé, pero este ya no me miraba igual. De vez-en cuando, lloraba.
Sus lagrimas un río formaban. Recorrian de abajo arriba lo profundo de su alma( mí alma).
Por años yo le buscaba. Luego de pie estuve por años, luego brincando me íba asicalando el suave recorrer de esas lagrimas, esas que por río tomé. esas que en mi alma encontré.

Anidé... Habité y con sosobra en el confín de mi corazón te busqué, pero ahí no encontre nada.
Caminé desde las piernas hasta mis caderas. ¡Era inutil!
A lo mejor el río te arrastró y te llevó consigo cuando viste en su reflejo el rostro mío, sé, te fuiste con él. Más yo permanezco aqui ahora refundido en mí. Buscandote, y no te encuentro.
Y a pesar de que ahí no he ído, sé que en mís ojos frente al espejo... Amigo, te encontrare.


Hz