Bajo mi almohada guardo, como un tesoro, una colección de besos. Unos tiernos y precisos, otros pasionales y concisos. Tambien guardo besos de indiferencia y besos que no se dan con la boca, si no con el alma.

Bajo mi almohada tambien guardo celos. Celos que le tengo a tus sabanas, también a tu cama pues, todas las noches, hace que descansen tu sonrisa y tu tristeza, tu alegría y melancolía.

Bajo mi almohada me escondo cuando tengo miedo y me encuentro con tus besos y mis celos. Esto me reconforta y puedo dormir tranquilo. En calma constante.

Pero lo que escondo bajo mi almohada no solo es hermoso. Tambien tengo demonios, que salen de vez en cuando, a susurrar palabras muertas en mi oido. Pero no los oigo.

Prefiero hacerme el sordo y gastar algún beso de esos que se dan con el alma. De esos que, ultimamente, están hechos mi insomne sonrisa. O, quizás, pisarlos como las uvas y hacerme el elixir de la vida...