Después de un día agotador, de un sol extenuante y de romper con mi rutina, sonrío cansada con una leve satisfacción por el rumbo menos triste de las cosas. Entre el descanso para mi mente y un segundo maldito apareces tú, con tu alegría imponente, humillando mi soledad. Dijiste creer en milagros, que harías uno para mí, lo cómico es pensar que ese mensaje era para otra persona, lo gracioso es pensar que tu presencia sigue aquí. Jamás fue un final abrupto ni certero, jamás cambiamos las cosas y a estas alturas todo parece casi normal. Tú con otra, feliz y contento; yo aquí miserable rodeada de nuevos lienzos pintados.

Ha sido un día tan extraño, volver a ver a alguien que me hace sonreír, ver magia rodando por las calles en forma de chispas moradas, fue un día que me dejo agotada. No es extraño que quiera música para respirar relajada, no es anormal que tome algún jugo, no es raro que me hunda en pensamientos inútiles. Lo extraño es verte aquí, saberte vivo y no poder sonreír, lo raro es que aún me importe, pese al paso del tiempo. Todo me parece tan ridículo como llevar este recuerdo en la muñeca, ese que hiciste sin saber.

Hoy fue un día que robó mis ganas, un día que aniquilo mis fuerzas. Debo admitir que colabore a ello, mi personalidad jamás me deja mantenerme en alto. Estoy sumida en ideas, ahogándome en un oscuro pozo, llorando sal desde los ojos y sabiéndote ahí. Es que no tienes piedad, ignorante astronauta, es que no sabes que eres mi antigua galaxia. Me parece gracioso que hayamos sido tanto y me vuelva nada, como pasa el tiempo. Me haces falta y se que yo no a ti, pero creo que mi condición es un mero capricho por no tenerte, no estoy realmente mal. O tal vez si....

¿Estar bien es querer morir cada día? Nose, pero en eso no tienes culpa; ¿estar bien es llorar cada noche porque odio la situación actual del mundo? Nose pero no es culpa tuya; ¿estar bien es odiar la vida con todas mis fuerzas? Nose, pero no es tu culpa. La verdad es que nada lo es, tú no tienes razón para entristecerme, pero lo haces. Quizás sea el azote de los recuerdos, quizás que aún no puedo sacarte de aquí; la verdad que no es eso, yo no te quiero pero sigues aquí. Quizás la culpa caiga en mi desgano, en mi agria soledad, en que tantas cosas me tienen muerta y se junto que justo hoy estas.

Mi desgano rutinario, que me besa cada noche de ocho a diez, el rato del té antes de trabajo. Se escucha la televisión y te veo concentrado en un el cuaderno que llevas, al fin estudiando parece. Trajiste a la tropa de amigos, esos patanes que tanto me apreciaban; los que se llamaron íntimos amigos y después que todo acabó volaron como palomitas. No los culpo en todo caso, son leales al primero, pero es triste que ya ni saluden.

Hoy estas, indiferente, sonriendo, con mil manos dándote fuerzas, como te envidio. De un modo sano, claro, es solo que tu forma de ser es tan exquisita, tan adorable, tan manejable; tú eres querible. Te envidio porque puedes tener lo que no me atrevo a buscar y porque no estas en mi situación. Que estupideces digo, no te envidio por eso... solo envidio tu sonrisa que prima ante todo. Ni siquiera te envidio, solo siento un leve desprecio por verte feliz. No son celos de mujer enferma, no es envidia de niña mimada, no es asco de mujer rechazada, no es rencor de juguete usado, es solo que hoy eres el motivo de mi depresión nocturna.

No importa mucho que pase o que no, eres tu quien hoy me importuna, tú con tu benevolente silencio que me exaspera; eres tú el que me roba los pensamientos, sin quererlo creo que te extraño. Demonios...un ataque nostálgico. Eso me pasa, hoy te extraño y como no estas me enojo y me hieres. Como odio que pase o percatarme de eso.

Hoy había sido un día agradable o extraño, no importa como. Hoy fue distinto y quizás por eso tú llegaste, más bien apareciste de la nada. Verte allá sentado, a lo lejos jugando, vaya ya dejaste de estudiar, verte así, casi feliz. Tomabas el mismo café que ahora, dejaba tus besos deliciosos; jugueteas con el azúcar que cayó de la taza.... por dios las cosas que veo. Aunque intento desviar los ojos estás ahí, aquí. Aún te siento, es odioso no atreverme a saludarte. Aquí sentada en el fondo del salón, donde un día cualquiera me notaste.
Estoy escribiendo ideas confusas, estúpidas y tan mías. Recuerdo que en la mañana aún tenía restos de maquillaje en los ojos, un detalle que adorabas. Cierro mis ojos y no puedo evitar ver imágenes japonesas, geishas y cerezos en flor; siempre los veo cuando me ataca la nostalgia. Pensar que alguna vez soñé viajar allí, caminar por esas calles atestadas de gente, estúpidos sueños. Recuerdo que querías ir conmigo, que una vez pensamos en estar juntos allá y hacer el amor en alguna esquina afuera de un bar de mala muerte. Cada vez que vuelvo a saber de ti y me golpea la nostalgia, vuelvo a Japón, supongo que siempre será un sueño de los dos.

Me siento casi como hablándote, aunque no lo haga, es como si estas líneas fueran para ti. De todas formas tu presencia me perturba, mejor me marcho de aquí. Has logrado arruinar mi noche, como todos. No se porque sigo viniendo a este lugar si te encuentro siempre, en días buenos y malos, no se por qué vienes si es aquí donde en una hora entro yo a trabajar. Tu presencia y el desgano son la peor combinación para comenzar la velada en el café, aún me da vergüenza que veas las piernas mientras reparto las cosas a las mesas. Tú eres el único que sabe que aún soy niña.