Dormido como lo estuve en el vientre de mi madre, sin tener conciencia de lo que sucedía a mí alrededor, me despertó ella por segunda vez, dándome una noticia desconcertadora. No supe que sentir en ese instante, pero mientras mas y mas ideas corrían en mi cabeza y corazón, ella se fue escapando. Pensar que tuvo dos golpes anteriores q no pudieron herirme, pensé que al fin lo podría lograr.
Me levante de la cama, considerándome de nuevo como un chiquillo esperando el primer presente por su cumpleaños. Estuve tan perturbado, rogando que el tercer golpe no sea el victorioso.
Luego sentí el timbre mas prolongado de mi vida. Mi corazón recorrió el mundo entero antes de que me pueda agitar. No sabia a donde esconderme, ni a donde correr, entonces fui al cuarto de mi madre, que siempre me ha sabido proteger.
Escuche el sonido de la puerta, con el tono más hermoso que he atendido en mucho tiempo. HOLA GINA, en ese instante, el tiempo dejo de avanzar. Sin saber que me esperaba, no dude en bajar, para verla. Lo primero que quería ver era su abdomen, para ver la dura realidad. Sin embargo, no quite la vista de los ojos que una vez me enamoraron. La gravedad tuvo una dura lucha con mi labio, ya que no lo podía mantener firme. Sentir la necesidad de decir:

te amare
te cuidare
te protegeré
te apoyare
estaré ahí para todo lo que necesites

me estaba atormentando la impotencia de saber que ya no podía. Otro tomo mi lugar, y solo quedaba en mi, consentir su felicidad.
Estuvimos la tarde juntos, y sentía que nada había cambiado, tenia a la misma mujer en mi protección, pero ya no en mis brazos. Poder compartir comida, poder reír con ella, poder sentir tantas emociones que pensé que estaban dormidos para siempre.
Tuve que verla irse una vez más sin poder decir todo lo que sentía. Arme un arroyo en mi terraza por haber desclavado tantas lágrimas, golpeándome el pecho para reconocer la realidad, y no esconderme detrás del mismo sueño. Lo único que hubiera deseado, es ser yo el compañero eterno de esa mirada, y poder envejecer junto a esas manos, la cual me bendijeron eternas noches. Te desearé siempre lo mejor, y te disfrutaré eternamente en mi corazón.