Llenaba la luz del sol lejano
la gris habitación del soñador eterno
débilmente alumbrando
hasta nuevamente extinguirse
el reloj anunciaba la hora señalada
en medio del silencio
un lamento ahogado se dejó oír
las campanas sonaron, el momento había llegado
con lento caminar
cruzó las sombras inquietas
hasta llegar al lugar acordado
esperaba allí una dama
de pálida piel y grandes ojos fríos
con su sonrisa muerta y suspiros de ángel
vestida con un oscuro atuendo, como la noche serena
adornada con las lágrimas piadosas
las cuales colgaban de su blanco cuello
ataviada con los recuerdos amargos y las memorias inciertas
llevando en su mano una rosa negra
en la cual la soledad y la esperanza marchita tenian su morada
una mirada bastó, nuevamente un corazón deja de latir
ofrecía él una copa, ella declinaba
aromas dulzones e hipnotizantes inundaban el ambiente
cargado de amarga melancolía y versos rotos
sentados, evocando tiempos pasados
anhelando caminar nuevamente sobre las nubes
la estrecha vereda bordeada por helados besos
como la lluvia interminable, el delirio extremo
los sinsabores del destino, en medio de la oscuridad
los pensamientos reflejados en el vino opaco y triste
queriendo desvanecer las fronteras
entre el olvido y la nostalgia
deseando abrazar a un fantasma
de lo que nunca existió