Tarde tranquila, momentos serenos
perpetuos cantos en la infinidad de la nada
mientras entre otras cosas, Dama de Hielo
te extraño, aquí desde ningún lugar
vestida de terciopelo un día llegaste
cuando casi con prisa se ocultaba el sol
detrás de la montaña...
Está tan callada el alma, inerte, casi muerta
cuando suspira al evocar tus besos vacíos
cuando no queda más que soñar
en medio de la noche se dibujaba tu silueta
hiriendo a la oscuridad en su orgullo
cuando bañada por la luz de la luna
corrías allá por la pradera inquieta
mientras te veía pasar, seguida de cerca por las dudas
cuando sonreías y por un efímero instante, el universo guardaba silencio
Ahora, con la mirada perdida, te busco en el horizonte
con una mano en el corazón y con la otra en tus recuerdos
te busco cada noche, en las fantasías inútiles
en las promesas que no cumplí, en las tumbas, en mi cielo
en la bóveda estrellada...
La cual me escuchó eternamente
cuando tu rostro dormido pareció iluminarse
por la débil luz de una sonrisa inocente
te quise alcanzar, pero tus alas me lo impidieron
te quise besar, pero he aquí que tus labios estaban sellados
y así, te me fuiste
mujer oscura, manojo de tristezas
dueña del olvido, ama del destierro
te fuiste sin haber llegado
caminaste sin siquiera avisar que te ibas
si por la noche la soledad me arropa
y por la mañana la melancolía me besa
no importa, las lágrimas se derraman
y la sangre cae a tierra como una lluvia que no cesa
mientras tu nombre se hunde en la penumbra
cuando los árboles montan guardia, en la misma pradera
el mar a lo lejos recita los versos que no pude escribirte
pero tu ausencia es casi tan incierta
como tu misma existencia
Dama de las rosas negras y del viento helado
mujer de vidrio y de fuego apagado
con esa sonrisa de coral y con los labios marchitos
así te recordé, un día cuando quise olvidarte
mientras tu retrato grabado en la incertidumbre
es solamente una ilusión más que se diluye entre las horas pasajeras.
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