Cuando hacemos el ridículo.
Cada vez que no nos importa morir, cuando estamos al borde de considerar
elsuicidio una acción, solemos caer en el ridículo, en exponernos en un
momentotan fugaz que nos dejará una marca tan permanente como el corte en la
muñeca:una marca social.
Esto es lo que pasó con Nicolás, tentando a la suerte en un episodio depresivo de distimia, consideraba tan inservible su cordura que decidió aventurarse con su grupito de amigos para jugar ouija en el bosque. Lo que apreció allí fue indescriptible, entre la muchacha que se desnudó por supuestas peticiones del espíritu y las convulsiones de su amigo epiléptico, poco le quedó de razón, y ahora le encontramos hablando con la pared: él nos promete que se trata de un hombre joven, que murió en el bosque y le ha seguido para advertirnos del demonio.
En realidad, poco nos importa, pero nos resulta realmente divertido. Claramente Nicolás se quedó solo, su grupito de amigos ahora permanece internado y esa niña está en un programa, ese que hicieron para las niñas que abortaban,quién sabe.
¿Te resulta entretenido?
Hace no demasiado me encontré con una señora que reprimió gran parte de su infancia con un embarazo a los 10 años, ahora la podemos encontrar en la calle principal con dos trenzas en la cabeza, una falda abultada, de tutú, pidiendo monedas con gesto infantil en el rostro. Quién sabe lo que ella pasó, dónde estará su hijo o su familia... probablemente la vergüenza era mayor en ese tiempo, un niñito de madre soltera resultaba, más que una bendición, una carga, y el aborto era demasiado diabólico.
O, tal vez no sea tan difícil quedar con marcas sociales... basta con que seas demasiado innovador, que quieras lucir diferente, que busques una boina en vez de un jockey con las letras de New York... o que busque casacas largas y negras, mezclándolas con lo que quieras, en vez de una chaqueta con abundante pelo en la cabeza.
O aún más fácil, escucha música que no salga en la estación favorita y muéstrasela a la gente que te rodea, efecto rápido y seguro de condena social: "Ahora eres diabólico, te gusta el metal, te gusta Satanás"
"Ese niño escucha a esos maricones de los ojos blancos"
[Coincidencias con la realidad son simples... coincidencias.]
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