RENACER
Porque ser grande
no es haber crecido.
Coloqué presagios
en la tibieza de tu cama,
junte mis ojos
con tus blancos,
quité los silencios de la mesa,
sumé mi aliento
a la división de tu risa,
abandone mis alas
en el centro de tu cielo,
dibujé un adiós en los espejos,
escondí lluvias
detrás de las persianas,
traje la calma
al continente de mis prisas,
rescaté tus siempre
en los bordes del gemido,
borré la rutina
de las señales del camino,
acaricié con mi lengua
las cicatrices de los tiempos rotos.
Multipliqué y dividí
temblor, siesta, pechos,
manos, nucas, fuego,
encuentros, fuga, pasos,
plegaria, llovizna, olvidos...
Y abrí ventanas para saludar al viento
y celebrar cielos.
Y me arrojé de un salto
al abismo de las vidas
llevando esta chispa de dios ciego,
hasta igualar altura
en cuerpo y alma, y,
empequeñecida,
renacer amando.
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