Como amar este mundo, como querer el fruto terrenal.
En es funesto recuerdo y con la clara certeza que el mundo es un vehiculo que trasciende en mosaicos de blanco y negros.
Esculpido por un todo poderoso que cierne sus lagrimas a sus pies, en laberintos aledaños a un sueño frustrado, de inmortalidad perdida.
Ese dios que se bebió su sangre en sus propias manos, sediento calmo su agonía en una tajuara, obstinado de escuchar borrachos relatar sus ridículas aventuras (que le importa a el), esa ratas de iglesia que beben innumerables suplicantes buscando la redención en una figura de cemento y madera
Las estrellas su melancolía, en su llanto infernal que envuelven este tumulto de tierra en deseos, pero es una blasfemia creer que este putrefacto satélite lleno de vida se desnude y carcoma en su fosa.
En su anhelo palpitan, fantasías que un dios dicto sin verso y que recogió los pedazos y se los trago.
Ebrio en su saber y en sus convicciones que el pecado el es imperfecto de suplicas que muerden las piedras por donde camino.
Como un mendigo recoge pedazos, esquirlas de estrellas para comprarse su sonrisa a la vuelta de la esquina.
Es un borracho mas, en un mundo alcohólico que como el se bebió su sangre y desterró al universo de un paisaje benevolente por que su cálculos fallaron.
Un todopoderoso cambio su piel por salvar su pecado original, trescientos sesenta y cinco días murmuran su muerte, nos a puntan con sus dedos, nos dicen que pequeños somos, pidiendo su resurrección al pies su lapida (¿para que?)
Es denigrante sumirnos en estupidas lagrimas para transcribir esa historia que adonde vamos.
La noche, su fiel esposa que lo escucha, al pie de su padre que lo observa sus harapos, que pone el corazón a la venta para obsequiar un poco de su cariño paternal.
Que hirvió su corazón sin fuego, lo entrego en la cena para calmar el hambre de la humanidad, que cansado de besar picos de botellas, que bocas de prostitutas.
Sin dios o con dios, siempre seremos dueños de ese destino furtivo, enigmático que se sumergen en su odio, amor y desdicha.
gabriel Briceño (GABBO)
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