Una tarde en familia, mucho chocolate y ricos sabores, gracias.
Una visita a una amiga con cáncer, mal que le ha quitado tantas cosas… “lo más importante es la SALUD y la familia, cuando tu pierdes la salud no hay plata que valga ni nada, en cambio con salud tu lo tienes todo”… “Mira en éstos dos años he tenido padecimientos muy grandes”
Suena el celular “Dile a mi mami que takí ya se murió” Lo que todos esperábamos, el cuerpo diminuto de mi tía abuela ya estaba completamente frío y rígido, lleno de escaras, pero ya sin dolor.
Suena el celular, es Marcela, es Cecilia “ya está haciendo las vueltas de la funeraria, que a takí la entregan a las 10”
Todo transcurre en una línea de acciones frías que tienen que ver con la muerte. No hay llanto, sólo “tengo que…” “yo te acompaño”
Takí nunca tuvo salud, pero tuvo a la familia, que para ser sinceros nunca le llegó a apreciar demasiado, sin embargo una de sus hermanas sacrificó la posibilidad de casarse por hacerse cargo de ella y de sus asuntos. Yo casi nunca la visitaba, me daba miedo y a mi primito Mateo le sucedía lo mismo, siempre la habíamos visto jorobada, sentada en una silla, casi nunca la vimos caminar. Me pregunto ¿Qué vida era esa? Renunció a cosas importantes como la SALUD desde tan temprano, peor demoró mucho para morir, después de estar impedida. ¿Qué pasaría por su cabeza todos estos años en que con dificultad sostenía una conversación? ¿Será que alguno de nosotros que ahora somos jóvenes caeremos en la misma desgracia de perder el sentido de nuestras vidas y querer morir en la suciedad, la terquedad y la total dependencia?
Ojalá no y espero que nadie renuncie tan fácil a la vida, ni a la familia… nadie.
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