Aún recuerdo cuando en las costas de bretaña Airn tomo mi mano, me miró tiernamente y empezó a recordar su historia, y con su voz dulce me dijo: Nací en el año 1102 según la era cristiana, en una pequeña aldea a las orillas de la costa oriental de Irlanda. Recuerdo que de niña lo que más me alegraba era caminar sola, con el viento peinando mis cabellos rojos y ver como el verde de mi tierra se mezclaba con el azul intenso del mar, tal como nuestras manos con sus dedos están entrelazadas ahora, así entre ellos se funden en perfecta armonía. Me gustaba sentarme en los roqueríos, allí donde el mar mostraba toda su elegancia y belleza, y sentir mi rostro adormecido por el frío con las gotas del rocío puestas delicadamente en él, para luego cerrar mis ojos y sentir la bella melodía que resuena en cada ola, ese hermoso canto que brota del mar. Pasaban horas y horas, así sola, con mis ojos cerrados sintiéndola, hasta que ya tarde regresaba a mi hogar con mi madre esperando afuera de la pequeña villa. Si bien el catolicismo ya había abrazado mi tierra, aun quedaban nuestras antiguas tradiciones celtas, sobretodo en aldeas tan remotas como la nuestra y en familias tan ancestrales como la mía.
Para el Sbat de Yule, nosotras 9 escogidas, que no superábamos los 13 años, íbamos a ser consagradas a los antiguos dioses, a la diosa y al dios, mi madre la ultima sacerdotisa oficiaría la celebración según los ritos antiguos, pero el día anterior los ingleses y sus tropas atacaron cruelmente mi villa y la destrozaron, quemándola. Todos los hombres fueron muertos, las mujeres violadas, mi madre quemada en la hoguera y yo esclavizada.
Tuve la desgracia de ser apetecible a los hombres a pesar de mi corta edad y así el noble inglés, si es posible llamar noble a un ser tan vil y despreciable, me llevó a su tienda donde fui despojada de mis ropas, violada y mordida durante toda la noche hasta perder el conocimiento. Después de 3 meses, donde mi único deseo al despertar era poder morir, donde noche tras noche se repetía la misma tragedia, fui llevada a su castillo, cerca de Londres, pues él deseaba convertirme en su esposa. Pasaron 2 años, en los cuales varias veces intenté matarlo, pero una y otra vez fallaba sin saber por qué, y a través de viejos conjuros traté de dominarle y asesinarle, pero tampoco pude... para mi sorpresa descubrí que esto era imposible, él en realidad era una especie de demonio y a los 16 me convirtió en lo que él ya era... en lo que somos, perdoné Ud que no relate más acerca de ese tiempo, para mí en ese tiempo, desde la muerte de mi madre hasta ser convertida, ya estaba muerta. Como fui múltiples veces violada, golpeada y mordida por el vampiro a través de esos malditos 3 años son cosas que no deseo recordar y sólo por el amor que siento por Ud las rememoro y cuento, pues pensaba que ya estaban olvidadas, a veces cuando no somos capaces de soportar un recuerdo lo evitamos y bloqueamos para evitar que el sufrimiento vuelva, porque a veces recordar es sufrir de nuevo.
Sus hermosos ojos claros estaban llenos de esas gotas rojas que por lágrimas poseemos, la abracé y besé su frente y después sus labios, consolándola. Luego prosiguió la narración:
El vampiro esperaba que creciera para convertirme en su igual, en su compañera, esa fue la razón de mantenerme viva. Yo, al descubrir que no podía matarle, agazapada aguardé hasta que mi venganza pudiese realizarse. Por fuera mostraba una careta que ocultaba los verdaderos sentimientos que por él sentía, cuidando que el asco y el odio que profesaba por él no fueran visibles ni siquiera en mis ojos. Y así aprendía de él, leía y meditaba mucho, pues no podía fallar.
Así fue hasta que llegó la tan anhelada noche donde mi venganza fue ejecutada. Sabía que para las celebraciones de Mayo, sus guardias lo dejarían solo o estarían tan ebrios que no sería capaces de hacer nada. Sus amigos y secuaces vampiros ya lo habían abandonado, algunos ya no lo soportaban otros fueron apartados discretamente gracias a mi acertada diplomacia. Y así libre del círculo que lo protegía, y él confiado vanamente en su arrogancia, pude desplegar mi plan sin inconvenientes, envenenándolo lentamente la sangre o las victimas que le ofrecía durante 3 noches seguidas, para luego en esa última noche destrozar su cuerpo con su propia espada para desangrarlo, cortando primero su cabeza y luego sus extremidades, separándolas de su tronco, donde ya pendían 3 estacas que lo habían atravesado. Prendí fuego a cada una de las partes de su cuerpo y después a la habitación y a todo su castillo. Poco me importo mis manos ensangrentadas y mi rostro salpicado de sangre, ni tampoco mis ropas destrozadas, ni que parecía un demonio recorriendo el castillo quemando todo a mi paso, deseaba venganza y la obtuve.
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