Con el viento en mi contra,
pienso,
incauta,
cómo sería ser usted,
mientras las aves de rapiña,
-chulos hambrientos de mis miserias-
esperan con afán a que la borrasca me empuje,
me arrastre,
me hiera,
me asesine,
En tanto que pienso cómo sería ser usted…
Usted…
provocaría más de una tormenta,
invocaría más de un verdugo para mi saqueo
porque creyendo ser Dios,
usted,
lamería mi sangre
buscando hasta el último rendimiento de su inversión en mí.
Entonces,
y la altura de estas bajezas,
sin preguntarme cómo sería ser usted
por el asco de la respuesta,
sigo aferrada a mi cimiente,
y aunque la borrasca arrastre mi cuerpo
hacia sus caníbales impulsos mercantiles,
seguiré aquí inmóvil mientras usted,
sin saber que mi sangre será veneno,
perecerá en la decrepitud de su opulencia. |