Si no estuvieras tan lejos me enamoraría de tu voz esperaba encontrarme con algunos ciertos amigos y traspasando los volcanes acercarme a tu infinita voz pero sólo me encuentro con los acostumbrados enemigos abordaría un barco navegaría entre tus labios callaría uno que otro badajo y dejaría todos los pensamientos al vuelo porque el día tiene cuatro navajas de obsidiana y la noche dos de pedernal Se mantiene el río que con plenitud transforma cada piedra sin encontrar la rendija de la sublime escapatoria entre estas oscuras piedras no sé con cuál levantar mi casa me quedo con las hojas que un día el viento arrastró a mi orilla Y entre carrizales bajo la lluvia asoma la respuesta que celebro Si la luz lo pensara antes de posarse sería un manantial convertida en triste fuente Sólo quebrantos dejaron mis caricias donde queda un horizonte insepulto en las pupilas Tal vez pueda un día (o una noche) entender el enigma que suscita el hecho de verla paralizada como una última golondrina Si pregunta de qué se trata e intenta desvelar el misterio encontrará que la tierra era polvo marcado de osadía que la arena resolverá el vaivén de las olas y quedará sola con la provocada herida junto a la niebla de los bosques que cuajaron los indiferentes lamentos Antes de oscurecer lo que se transfigura en el cielo una de ellas me dará muerte con su meridiana parecida a una pequeña lejana y negra golondrina antes de partir de nuevo…
Texto agregado el 25-01-2007, y leído por 139 visitantes. (1 voto)