Buscando consuelo me encontré una tarde, luego de la derrota provocada por los vientos sureños. Me vestí con lo que más me hacía ver seductora tratando de ocultar la pudrición que me transportaba. Según todos la vida me sonreía, aunque el carro mortuorio era lo que me llevaba hasta mi casa. Prometí que no volvería a imaginarte por las noches pero aquí estoy, prendida a tus ojos que se esfumaron para nunca más aparecer. Por momentos me mantuve firme en mi deber de olvidar pero no logré nada. a: F.A.S.O.
Texto agregado el 25-01-2007, y leído por 112 visitantes. (3 votos)