Sollozo
“Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, extendí mi mano y no tubo quien atendiese”
la lluvia cae tetricamente por las calles de la nocturna soledad, nítidas gotas rebosan la pileta de cupido, penetran en los agujeros del techo, empapan los árboles y recorren el rostro, acarician mis labios rojizos, unas bajan por el cuello y otras caen desde el mentón hasta entre los pechos, se deslizan castizo por el cuerpo entero atravesando el alma de la magneficiencia, aquellas gotas se inclinan a capturar la pesadumbre del dolor y luego se van, resbaladizas al intentar sostenerlos, se escapan sutilmente burlando las llemas de mis dedos
Deleitosamente mojada, escucho el latir de mi corazón, alzo las manos creyendo querer volar, volar al destino del final, en donde te encuentras tu
-Oh! No sabes cuanto te extraño-
Son mis lágrimas desbaratadas las que caen perdidas en el olvido de un amor… tu amor. Ahora tirada, abandonada, desechada e ignorada no me queda nada más que morir con una gota de amor… así como muere la lluvia
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