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Un día, sin que nadie pueda explicar porque, los perros fueron desapareciendo, primero los grandes, los de mayor tamaño, luego los medianos y finalmente los mas pequeños, los mas esmirriados.
Casi al mismo tiempo dejaron de oírse los gritos de Susana, marca de fábrica “del Carmen” y nadie mas la vió o supo algo de ella.
El vecindario, tan necesitado de noticias locales, cercanas, elaboró mil teorías sobre esta ausencia, la de Susana, marca de fábrica “del Carmen” no la de los perros, a la que no dio importancia en esos momentos.-
“Se cansó que la golpearan y la maltrataran y se fue” decía una.
“La otra noche me pareció escuchar el ruido de un auto, seguro que se fue con algún novio, porque aunque flaca, fea no era” agregaba otra.
“No la habrá matado la madre?” cizañaba la de mas allá tratando de poner una cuota mayor de misterio y un toque macabro a los rumores barriales.
Hasta hubo quien, tal vez por cristiana piedad pero seguramente para sacarse todas las dudas que carcomían a los vecinos, fue hasta la comisaría a tratar de denunciar el caso.-
Nunca se pudo averiguar nada de lo sucedido con Susana, marca de fábrica “del Carmen”, y así las cosas, mas el embarazo de alguna adolescente y su parto como madre soltera, el divorcio de la doña de la casa del árbol, las continuas borracheras del “negro de mierda ese que vive en la esquina”, o los cuernos que la de “acá a la vuelta” le pone al marido, fueron dejando la historia de Susana, marca de fabrica “del Carmen” en el cajón del olvido y solo, muy de vez en cuando, cada vez mas de vez en cuando, alguien la recordaba en alguna conversación.-
El 21 de enero del 2007, como todos los días desde hace veinte y pico de años, Lidia del Carmen, salió, harapienta, desgreñada y sucia de su casucha para recorrer vertederos y tachos de basura en busca de comida, y, como sucedía desde hace año y medio, dos años, lo hizo sola, sin los perros y sin Susana, marca de fábrica “del Carmen”
Serían aproximadamente la diez de la mañana, diez y media a lo sumo, porque el sol ya estaba para el lado del Chenque, como a una cuarta de la punta del cerro, dando de frente en el ventanuco de veinte por veinte, que, sin vidrios, dejaba pasar algún que otro rayo de luz hacia el interior de la vivienda y mostrando, si uno miraba con atención, como motitas de polvo danzaban en la tibieza del aire veraniego del sur.-
Tal vez el no hacer nada de las vacaciones, tal vez costumbres mal aprendidas de los mayores, tal vez simple curiosidad o tal vez por joder nada mas, no se bien porque razón, pero la cuestión fue que ni bien Lidia del Carmen estuvo alejada de la casa unas cuantas cuadras, dos pendejos, dos pibes de los mas madrugadores y de los que siempre quieren hacer algo, decidieron meterse en el mundo oculto de Lidia del Carmen.
Que el ventanuco diera a la calle no fue impedimento alguno para que por allí ingresaran al fétido cuadrángulo rodeado de chapas y cartones, imaginando encontrar no se que cosas en el amontonamiento de ropas sucias, papeles y restos de basura y comida.
Los diez años que ambos tenían no le dieron a ninguno de ellos, el valor suficiente para enfrentarse a lo que encontraron.-
Al día siguiente, Crónica, uno de los diarios de Comodoro, pudo con letras tamaño catástrofe, esparcir los chismes de barrio por toda la ciudad: “ESPELUZNANTE Y MACABRA HISTORIA EN BARRIO CEFERINO NAMUNCURÁ”, luego como copete: “Convivió 2 años con su hija muerta recostada en la cama”
Después venía la noticia, ya en letra normal: “Una mujer con trastornos mentales convivió al menos durante dos años con el cuerpo sin vida de su hija recostado en una cama lindante a la suya.
Los vecinos no sólo habían denunciado ante diversas autoridades policiales, judiciales y municipales la posible situación, sino también de las constantes agresiones que recibía la joven por parte de la mujer de 60 años que la noche del domingo debió ser internada en una sala de psiquiatría del hospital Regional”.
“Lo misterioso del caso es que el cuerpo -cuyo deceso dataría de entre un año y medio a dos años- estaba como en una especie de momificación o aparenta estar embalsamado; se notaban bien las facciones de la piel de su rostro y de los brazos que estaban extendidos hacia sus mentones, como en una posición de defensa.
Se trataría de una joven de nombre Susana. Algunos vecinos sostienen que tendría entre 18 y 20 años y otros de los más antiguos dicen que unos 27. "Lo recuerdo porque mi hijo mayor tiene 30 y otro 27 y ella solía jugar con ellos" señaló la vecina Ester Monteros, quien junto a Esterlita Barros Cárdenas y su familia, y Victoria Marilán, todos vecinos lindantes, mostraron a nuestro cronista la documentación que data de hace bastante tiempo, elevada en su momento tanto a la seccional de Policía, el Municipio, Juzgado de Familia y hasta el Juzgado de Instrucción, donde exponían la anómala situación con Lidia del Carmen (60) y el peligro que corría la que recuerdan como bella jovencita de cabellos rubios y tez blanca que en ocasiones solía pedirle auxilio a los jóvenes del barrio diciendo que su progenitora la maltrataba e incluso la ataba a la cama para que no salga.”
Volvieron esta vez los chismes y los rumores al barrio.
-"Muchas veces pasábamos cerca y escuchábamos que ella misma intentaba imitar la voz de su hija y se hablaba y se contestaba sola", dijo una vecina, y no fueron pocos los memoriosos que recordaban la figura de aquella mujer que hurgaba en las bateas de basura seleccionando algunos alimentos en mal estado que arrojaban restaurantes o verdulerías, acompañada de una jovencita de cabellos rubios y lindos rasgos en su rostro de niña sufrida.
También se acompañaban de muchos perros, por lo que el diario aprovechó para escribir: “Este es otro detalle escalofriante: al igual que la jovencita, de un día para el otro, todos los perros desaparecieron. ¿Los mataron los chicos del barrio? se preguntó con curiosidad, pero la respuesta fue: -"No, parece que los mató ella misma y se los comió..."
Cuando cerca de las veintidós horas del tercer domingo de enero del dos mil siete Lidia del Carmen encontró a los vecinos rodeando su casa y la policía dentro, no se cansó de repetir: “la tengo atada a esta puta de mierda porque se quiere ir con los machos”.
“La tengo atada a esta puta de mierda porque se quiere ir con los machos”.
“La tengo atada a esta puta de mierda porque se quiere ir con los machos”.

Texto agregado el 24-01-2007, y leído por 415 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
30-04-2007 Quanto tempo Sergio, que não escreves nadia...que pena,me gusta leerte! ternurinha2006
24-01-2007 Excelente, Sergio...Já imaginava lo destino de los perros antes te terminar a história... mas o destino de Susana foi por demais cruel. bjs ternurinha2006
24-01-2007 Me dejaste sin habla, nunca me hubiese imaginado este final macabro y de locura, supuse que la joven había huído de alguna manra y volvería rica y que se yo cuantas cosas más, pero este final no. Buenísimo. Besos y estrellas. Magda gmmagdalena
 
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