Me pregunto si sufren. Me lo pregunto porque cuando no me siento capaz de afrontar mi vida, me gustaría ser "ellos". Ahora mismo; me gustaría ser "ellos".

Lo que me intriga es hasta que punto son conscientes de su situación, de su dolor, de sus pesares, de la "poca" o "mucha" (+ bien poca) suerte que han tenido en la vida. No sé si hay algún punto entre sus demonios y sus ensoñaciones medicamentosas en el que puedan ver desde la cordura (que no existe) y comprender todo lo que les está pasando...

Pero sufren. ¡Cómo voy a obviarlo si yo les veo hacerlo cada día! Sufren bastante más que los demás, porque una mente disociada sólo puede tener debajo un alma que no pudo aguantar más sufrimiento. Porque el miedo duele más que muchas cosas, y "ellos" temen. Temen: salir a la calle, no poder controlarse, que cualquiera de nosotros les hagamos algo. Temen volver a las sombras, temen esas voces, ideas, pensamientos, sentimientos que llegan sin avisar a hacerles daño. A insistirles, martillearles, ordenarles, agotarles, hasta apoderarse de su voluntad.

Visto así, no, no me gustaría ser ellos. Prefiero seguir utilizando mis mecanismos para salirme de la realidad, que esos me dejan volver un rato después. En este sentido, me parezco un poco a ellos, es bueno que se me pegue algo. Es necesario estar un poco loca...Y todos nos parecemos, porque por la calle veo personas que se mueren de miedo cada día.

Nuestro temores son distintos, están mucho más ocultos. Son fantasmagóricamente inconscientes. Pero, lo importante es: que tampoco nos dejan vivir.