Estamos parejos
Entienda mi querida señora,
que yo no puedo amarla,
que ni mi corazón, ni mi razón
ya no admiten sujeción.
Cuando quise quererla ,
como usted ahora añora,
me dijo: “mire mulato
usted ni para un mal rato.”
Recuerde que salí , en aquella ocasión,
totalmente amargado, inconsolable,
le pedí otra oportunidad
y usted altanera me espetó: ¡ mejor ni hable¡
usted me sobrepasa en edad
y no merece mi virginidad.
Aparece ahora en mi sino,
cuando su belleza se alejó,
ahora al mulato le ve porte fino,
ahora que a usted el tren la dejó.
Entienda mi querida señora,
que yo lo era tanto, como soy ahora,
feo, gentil, amable y caballero,
pero hoy mi corazón es primero,
ya no soy aquel mozo ligero.
Me cuenta usted que esta sola,
que siempre me quisiste,
pero que ya nadie la desviste,
ni hay quien le toque la cola.
Que a pesar de sus besos,
por ti nadie pierde los sesos,
que necesita pronto una ducha,
eso sí con alguien adentro,
que le calme su zona de lucha,
y que sepa encontrar su centro.
Promete raras posiciones
y hasta explotar por su alto voltaje,
pero ya no creo en proposiciones,
ni en rostros de puro maquillaje.
Entienda mi querida señora,
que usted ya no me gusta,
con tan poquísimo cabello,
casi calva por tintes, usted asusta,
no ve que parece una lora,
vieja, flaca y desplumada,
por favor no molesta a este loco,
me disgusta su cara recién afeitada,
como rasurado que tiene aquello.
Entienda mi querida señora,
que ya estamos parejos,
por lo que de mi, implora,
puede encontrarlo en otros viejos;
y aunque llorando me acuse,
de que mi estilo es antiguo,
que es pésima copia de Quevedo,
le pido por ahora no abuse,
bien sabe que no soy exiguo,
y prefiero decir, solo me quedo.
Se da cuenta: estamos parejos.
NOTA: El poema que sigue a continuación en la bibliografía, es la respuesta a este. Te invito a leerla. |