Él llevaba el invierno colgando del cuello.
Caminaba con los ojos envueltos en palomas .
Y las palomas cubiertas en chales.
A veces creía ser sombra,
otras creía ser mar.
Era como una cascada de serpientes hambrientas.
Era suave, y se alejaba como una brújula putrefacta.
Cuando él lloraba,
las playas gemian como cisnes moribundos.
Cuando se reía las catedrales se llenaban de ternura.
Tenia en su pecho olor a uvas granadas.
Y en sus miradas cicatrices de esclavo.
Era onírico y escribia tan solo con las miradas,
luego se iba a la sierra y enterraba sus supiros uno a uno.
Era una golondrina, era un verso.
Y nunca decía adios.
Pero con un grito de pena volvía polvo los huesos.
Él repartía solsticios en los amaneceres.
Él tenía parches de paz en cada uno de sus cabellos.
A veces plantaba canelos sobre los palomares
Y antes que el norte bostezase,
pintaba con toces las esquinas del mundo.
Era claro.
A veces abría sus ojos y en el cielo ardían las aves.
Otras los cerraba y los tréboles volvían a ser tristes.
A veces se montaba sobre la atmosfera serena.
A veces galopaba y sus trotes se hacian más y mas sordos.
A veces no era.
A veces dejaba de no ser.
Texto agregado el 23-01-2007, y leído por 118
visitantes. (4 votos)
Lectores Opinan
23-01-2007
Parece la oda al sol, parece poesía a la vida de una estrella, cercana ... lejana... Palmas y sombrero julitocortazar
23-01-2007
Qué complejidad!!! Pero así somos los seres humanos. Buenísimo. Lei_ly
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