Hubo un tiempo en que un tren de largos vagones, dibujaba las más bellas imágenes de momentos que habían sido y ya no son.
Imágenes de infancia tierna, cálida, sencilla, repleta de vivaces colores, de intensos olores, de alegría compartidas, de amorosas palabras. Se veían tan nítidas como lejanas.
Imágenes de juventud temprana, de primeros amores que dejaban volar los sueños de adolescente, como palomas que se arrullan en cantos de amores y nidos.
Imágenes de una juventud más adulta, de construcción más firme en ilusiones del hogar y la familia. De felices esfuerzos, de trabajo incansable, de proyectos en común con aquel, que hacía saltar el corazón como al gemir del trueno en medio de las tormentas.
Era el tren del tiempo que pasó.
Hubo otro tren. Tren de vagones más estrechos, dibujando imágenes de sonrisas, de risas y tristezas, de momentos que fueron de dicha y fueron de llanto. Emociones todas intensas.
Imágenes de sueños vividos con profunda felicidad. Se veían llegar esos hijos tan deseados, esas noches sin dormir cantando canciones de cuna. Días de cuadernos abiertos, esperando ser revisados por si algún detalle faltara en la tarea.
Imágenes de palabras consoladoras para los tiernos corazones que comenzaban a volar.
¡Que bellas imágenes las de ese tren!
Hoy hay un tren que espera detenido y sin apremios por partir.
Sé que tiene vagones amplios, luminosos, listos para ser llenados con los colores más intensos, todos ellos como pintados por la magia del pensamiento.
Es el tren del presente detenido frente a mí. Me invita a subir a sus vagones mis mejores sueños. Los anhelos de mi corazón que sólo espera, serenamente, la llegada del soñado, con quien compartir los mejores sentimientos, para subirnos juntos, al tren del presente que aún espera frente a mí.
No sé si tendrá tiempo para esperar. Tal vez otros lo esperen en blancos bancos de estaciones de verdes follajes.
Aún no llega el soñado, que tome mi mano y me ayude a subir. Aquí le espero sin prisa ninguna, segura que al llegar podremos pintar aquellos vagones con los colores del arco iris, los anhelos suyos y míos, que serán los nosotros.
Veo a lo lejos otro tren, es el tren del futuro. No me detengo a mirarlo aunque sé que está allí. Ese tren podrá esperar, sin dudas.
No tengo prisa por el futuro, he decidido que este tren del presente siga parado frente a mí.
(Escrito en Abril de 2006, tal vez intuyendo la llegada del soñado tan amado y ni aún, conocido en aquel Abril) |