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‘La Clepsidra’

‘Aún no sabemos casi nada y queríamos adivinar esa palabra que no nos será revelada nunca’
Flaubert

Una lengua de luz traspasó el cristal de la ventana babeándole el rostro, se volteó de derecha a izquierda, pero no reconciliaba dormir: ¿debo escapar? –se preguntó a sí misma. Sin procurar respuesta, se levantó de la cama y dispuso darse una espumosa ducha refrigerante en el mar. Ante la presencia de las burbujas que contenían en su interior la nada. ¿Qué espera una mujer? ¿De sí misma, de la vida?

El Mar Rojo era una fruta desgranada por el sol. Acababa de conocer a un hombre, que le impulsaría a la muerte, sin saberlo se volcó hacía él. Cuando se conocieron, la confundió con una trotamundos. Una libélula en salvaje libertad. Estaba en su mejor momento: había cobrado el sueldo de tres meses de asistente de una traductora y se disponía a obtener otro período de residencia en el lugar donde temporariamente vivía. Su estado de ánimo en mucho tiempo era felizmente estable. No debía nada a nadie -sólo el realizarse como mujer. ¿El reloj marcaría el instante del rasguño de la manecilla sobre su vientre? Después de todo era joven y agraciada…

Regresó a la escritura como una manera de buscarse, o de escapar, no lo sabía a ciencia cierta. Un modo de escapar: la frase se le impuso como un mantra iluminador en su espíritu, sin embargo sabía que no había nada de místico en ello, sino un cambio de posición vital. Es lógico pensar que la mujer aguarda el amor como vía de realizarse, así el hombre persigue la muerte a fin de medición y enfrentamiento. Digamos, una cuestión de poder. ¿La mujer consagra su existencia al amor, digo el verdadero? El razonamiento le resultó caprichoso y lo dejó suspendido en el espacio…

Quiso seguir escribiendo, se acercó a la ventana y el cielo se le ofrecía como un libro de lectura magistral. Si sólo pudiera descifrarlo, se dijo en un suspiro…

Era curioso el desdoblamiento: creaba un ser novelado de sí mismo o era la realidad que se enfrentaba a ella gritándole su presencia. ¿Tendría que elegir entre la escritura o la vida como ya otros autores lo hiciesen? ¡Oh, el sumergirse en la escritura! Era la única cosa que le evitaba el pavor del existir de una vida insustancial…

Nació artista como se nace pájaro o lucero: ¿como advertírselo? Al señalarle que era escritora, él lanzó una sonrisa:

-¿Qué, escribes poemas en los rabos de tus clientes? ¿Dónde están tus libros?
- Sin haber creído escuchar bien: ¿qué clientes? le inquirió.

No hay diferencia entre el amor y la escritura: se da todo o se marcha uno para siempre. Le arrebatamos a la muerte un instante de dicha. La felicidad es posible mientras se intenta. Se renuncia a todo, se expulsa todo, enfermedad o herida abierta. El arte de la escritura: la verdad que se arroja se dispone en el papel sangrante. Se escribe con dolor, a veces con serenidad, pero eso no importa. Si no se escribe, se muere uno de glotonería. El arte nace por los poros. He aquí el problema: siempre se está pariendo palabras…
Mas, él tenía razón, ¿dónde estaba el sentido? ¡Pequeño detalle, se le pasó, el sentido! Estaba todo afuera: en el aire, en el viento, en las aves. ¡Lo había dejado volar! ¿Quién daría ahora en mas, testimonio por ella?

No dejó que terminase , el joven moreno con cabeza en turbante que había conocido en Eilat, la interrumpió:

-No te esfuerces. Reconozco a los de tu especie. ¡Son todos locos! Conspiran contra el universo y le hieren. Este de por sí es bello. No se necesita que se le traduzca ni interprete: ¿Hay algo más perfecto que Alá? Le tomó con fuerza del brazo hacia el poniente, abrió la ventana del hotel de par en par y ofuscado, señaló el Mar Rojo:

-¿Has visto, has sentido el rugir del mar embravecido allá fuera? ¿Acaso existe algo más sublime que la tempestad?

Miró la imagen alucinada y cayó de rodillas conmovida. No tuvo fuerzas para decirle que dentro de ella alguien pedía que se le abriese la ventana. El silencio retumbó dentro de sí como en un atlántico olvidado. No sabía cuánto tiempo permaneció de rodillas, pero fue suficiente para que se diera cuenta que quizás estaba ante un dilema. Ella estaba allí, echándose una broma: jugando a ser la amante de un joven árabe. Había sobrevivido a muchas empresas vitales; su espíritu ¿seguiría intacto?...

Pensó en la falacia de creerse eterna por el sofisma de que se trasciende en la escritura. ¿Acaso había descubierto alguna palabra fundamental? ¿Algún simple silogismo que valiera la pena? ¿Escribía por necesidad, vanidad o locura? No podía dejar de pensar, mientras braceaba en las aguas espumosas. El mar era tan infinito como los pensamientos, despiadado como el deseo...

Necesitas mejorar tu técnica. No puedes llevar el cuerpo de esa forma: tus brazos quedan dando torpes aspadas al viento. No los muevas como abanico. Sé un molino de viento, maquinal y desprendido. Hazlo como yo: ¡pon atención! Debes sentirte un pez en el agua. Olvídate que pesas. Piensa como pez y te moverás como tal. Sé liviana, transparente. Quita de ti lo terrestre, siéntete anfibia y nadarás mejor. Hablaba como lo haría un profeta del tiempo. Se veía tan alegre, en su posición de hombre rana, como si llevara una escalafandra. Ingresaba bajo las aguas y luego de sumergido varios minutos, escupía la ignominia del mundo. Lo lavaba como una ballena. Era un visionario. Un amante de la vida. Después, decía: nunca pierdas el estilo. Sé elegante, aunque tengas la boca ocupada, y reía como un poseído. A veces le ofendía con descaro, luego, era el ser más delicado del planeta, el más caballeroso. Le observaba y descubría que de piadoso se transformaba en un camaleón. Como si ya hubiese vivido todas sus vidas en el espacio del tiempo. Travieso y libertino; sin demasiada conciencia. Su existencia era doble: fugaz como un cometa e intemporaria como un dios...

-¿Ves? ¿Me estas mirando? Vendremos a nadar todos los días, hasta que nos salgan escamas. Hasta que te vuelvas anfibia, medusa, no, mejor una sirenilla de mar... ¡ja, jaaj! ¡! Jajaj!...

-No puedo hacer algo así: soy mujer, no puedo librarme del estigma. Son mis ojos, ellos me pesan. Antes, lloré demasiado. El agua paraliza. Las olas llegan muy altas...no quisiera morir ahora. Esto es pavoroso. Soy demasiado feliz...

- ¡Se liviana! Huye de tus pequeñeces y despídete de lo que sobra. Simplemente sé tú. ¿No te acuerdas cuando estuviste nueve meses en el vientre de tu madre? ¡Ahora está mejor!...Sigue nadando... Haz la corteza del mundo con el cuerpo. Dibuja la línea del infinito...Así, así...sigue...flota y déjate llevar...el mar hará el resto... ¡Estás mejorando notablemente! ¡Te lo aseguro! Sólo tienes que dejarte fluir, hincha los pulmones con tu nombre, descárgalo, escúpelo y te sentirás aliviada. Arroja la culpa de mujer y ven hacia mí, yo soy tu dueño ¡para siempre...! Y deja esa manía condenada de la escritura.

Se percató de lo poco que se conocía a mí misma. Otro ser ajeno a ella sabía más que su propia conciencia. Entendía sus miedos y jugaba con ellos: los provocaba. Ahora en el agua, antes y después, en la intimidad. Sintió deseos de huir. Todo aquello excedía sus fuerzas, no estaba preparada. Nunca lo estaré –pensó, debería huir ahora, antes de que fuera demasiado tarde...

Se lo dijo pensando que recibiría una amenaza; pero no, comenzó a reír y expresó: ¡Jara! Sos la única mujer que se atreve a tanto... ¿de dónde saliste? Sólo debo domarte, eres desastrosa. ¿Dónde están tus padres? ¡Llámalos, díles que voy a comprarte! ¡Estoy loco, pero te necesito!... ¡Jara! Esto me pasa por no estar atento. La mujer ha nacido para su casa. Ser madre. Debes asentar tus pies en un lugar fijo. ¿Qué haces aquí? ¿Cuántos hijos tienes? No llevas anillo, ¿estás casada? Pareces que tienes veintidós años. Yo te haré un niño, nos casaremos. Te quedarás conmigo, haremos una familia. Deberás cambiar de hábitos: deja de fumar, no es bueno para la futura mujer encinta. ¿Quieres un niño, no? ¿No estarás embarazada y me estas haciendo el cuento, verdad? Eres tan bella...ven, vamos al mar...Hoy es Viernes, momento de hacer niños ¡Alá nos ama y nos bendice, Alá es grande!...

-Déjame decirte, que me da igual si eres judío o árabe. No vas a comprarme. No se compra el infinito. No se posee el viento. La mujer es una borrasca que queda o pasa en donde le plazca. Somos algo muy distinto de lo que ustedes elaboran sobre nosotras. Sé que hay algo pendiente sobre mí, pero eso no te da el derecho a hacerte mi dueño. Yo decidiré si me quedo o no. Al oír estas palabras el joven alzó su daga impiadosa e intentó hacer una parábola en el aire. Un grito ancestral de beduinos partió el desierto lacerándole.

Cerró perpleja el libro de novelas. Ella estaba en una situación similar. Decidirse entre una vida real o entregarse a la fantasía por completo.

Una lengua de luz traspasó el cristal de la ventana babeándole el rostro, se volteó de derecha a izquierda, pero no reconciliaba el sueño: ¿debo escapar? –se preguntó a sí misma. Cuando estaba en esos instantes era cuando sobrevenían los mejores argumentos para sus escritos, se jactó, regresando al borrador antes de que se perdiera la imagen conseguida. Tomó la clepsidra sobre su mesilla y creyó ver en las gotas de agua algo indescifrable. Hizo una mueca. Es el tiempo, se dijo. También pensó en el joven de turbante que acababa de conocer. Y como es lógico: en el sentido de la escritura...

Texto agregado el 22-01-2007, y leído por 559 visitantes. (16 votos)


Lectores Opinan
27-06-2008 Relato que me impactó como las paesías de tu blog. Es todo etéreo, manantial de sueño, nostalgia acongojada, realismo vasto. Regalo de un tiempo que es el tuyo. Hermoso. criterion
21-02-2007 "Regresó a la escritura como una manera de buscarse, o de escapar". Hasta ahora he comprendido eso de que la escritura es una forma de autoconocimiento. Pero no había caído en que también puede ser un pretexto para huir y no enfrentarse a la realidad. La escritura debiera ser más bien el nexo entre acción y contemplación. Y por lo que respecta al relato:trascendental, onírico... azulada
13-02-2007 mas, dame un poco mas, quiero intoxicarme en vos, son frases de una cancion, es tu primer escrito que leo, me dejas con todas esas imagenes rondando en mi cabeza, viene en mi la pregunta, que hacer, quien ser, es acaso escritor el que escribe o el el que critica lo que otros escriben?, no puedes criticar algo que no sabes hacer, no puedo criticar lo que escribes, pero puedo decirte que me encanto, mis estrellas humildemente te las concedo, te las regalo, por que son mias y las aprecio, no las doy por darlas, las doy como algo mio por que me gusto lo que escribiste. eclipse23_23
24-01-2007 MUY BELLO TEXTO...SALUDOS Y ESTRELLAS PARA TI... naiviv
23-01-2007 Me gusto mucho. Mis 5* shivadreams
23-01-2007 muy buen relato, me encanto.******* lagunita
22-01-2007 Me he acostumbrado a tu estilo, prefiero sin duda Stendhal a Flaubert, pero tu texto se lee sin percibir el trancurso del tiempo, y eso significa que es bueno a mi opinión. churruka
22-01-2007 bellisimo me gusto ***** neison
22-01-2007 Una mezcla extraña, pero muy agradable. Me atrapo y he quedado sin palabras. Exelente escrito, mis saludos y admiracion.... Ursulita
22-01-2007 *Fe de erratas: DUDA EXISTENCIAL SorGalim
22-01-2007 Un relato que mezcla una surrealidad casi mítológica. Donde el mar y el alma femenina son uno solo y el reloj de agua y su cuerpo se confunden. El tiempo demarca el futuro que se confunde en una duda existancial. ***** SorGalim
22-01-2007 Estoy de acuerdo con Magdalena. Muy buen relato. margarita-zamudio
22-01-2007 Es un texto perfecto, parece el comienzo de una buena novela. Eilat es la ciudad de Israel dónde vive una persona a quien quiero mucho. el Mar rojo es bellísimo, aunque solo lo conozco por fotos, el color de sus aguas al atardecer es impactante. Felicitaciones por tu excelente escrito. Besos y estrellas. Magda gmmagdalena
22-01-2007 Vaya si que tienes talento para esto en verdad, con lo que cuesta, una narrativa interesante, amena y que deja mucho, mis estrellas todas para ti***** impresa
22-01-2007 Me gustó. -Vera-
22-01-2007 ALHAMD LELAH.por interpretarlo de esta forma. INSHA ALLAH. ***** alejandrocasals
 
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