Invisible
Si tus ojos no se posan en los míos cuando te hablo y te cuento cosas de tiempos que no van pasando, de heridas que no se han cerrado, ¿qué soy para ti? Invisible, así soy; pedazo de cartón que se moja y se deshace, historia que se muere sin que nadie la haya leído, pedazo de pasaje escrito en hielo que tiende a desmoronarse. Y me reclamo el llorarte en mis noches en vela, en mis pesadillas de siglos, en mis anhelos de amarte; me miro lejana, angustiada, negada a la razón, al idílico momento de ser parte de tu razón de vivir, porque el infierno no se hizo para mí.
Descubro pedazos de sal en mis mejillas, llanto prófugo de mis ojos que se vuelven a los tuyos buscando una salida, una palabra que me permita vivir el día con algo de esperanza, con algo de optimismo exagerado para aplacar los demonios de tu eterno ignorar mi desconcierto. No me hablas, porque para ti las palabras van sobrando, son como un camino que se forja al pisarlo, un camino donde no estoy, tanto como si es día o como si es de noche en el país de tu lluvia fría y violenta que se refugia a veces en mi cuerpo para evitar la anegación de tus zonas vulnerables. Te busco hace diez años en el eterno amor que te voy confesando, te busco porque te extraño hoy que no soy nadie, que el tiempo ha caído sobre mí, volviéndome una vieja triste y una niña enamorada y miserable.
Repito tu nombre para encontrarlo tibio entre los recuerdos que aún conservo, te vuelves al espejo para darme la espalda, subes a la música en tu cabeza para poder olvidarte de mí; te encierras bajo llave, veinte de las veinticuatro horas del día y no me piensas, no me miras, tus manos no buscan las mías y si lo hicieran no las encontrarían porque no sabes dónde estoy ubicada. No sabes de mis miedos, de mis sueños, las cosas que me duelen, de los fracasos de hoy y de siempre, de las pequeñas alegrías que me han dado tus ojos a través de los años, ni de las dulces sensaciones de cuando decías te amo. Y me entero dolorosamente, que a pesar de que no me ves, de que para ti soy como el viento, inodoro e incoloro, impalpable bicho triste y acobardado, por más que los años me pisen, yo, como ayer, como hoy, como siempre, invisible y todo, te sigo amando.
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