Mis sentidos,
siento miedo,
a la auscencia de ellos.
Tengo miedo,
ya no están,
me abandonaron...
Ya no escucho la armonía mozartniana,
porque me he quedado sorda,
sorda de tanta gula;
Y ya ni la gula es mi fuerte,
porque me he quedado sin gusto por la buena mesa,
de tanto oler, quizás;
Es más, ya no logro husmear por los al rededores,
porque me he quedado sin olfato,
sin olfto de tanto mirar;
Y ya no puedo contemplar tus gestos al tocarme,
ya que me he ensimismado,
me he cegado de tanto tactar;
Y lo pero es ya no poder tocar tu piel,
sentir con mis manos tu pasión,
porque me encuentro sin sentidos:
sin mis tactantes,
sin mi visión,
sin mi olfato,
sin mi gusto,
sin mi audición...
Por abuso desmedido,
por abuso de ellos,
sin mediciones, ni prejuicios...
Y ahora,
temblorosa y sin sentido alguno,
me doy cuenta que ya no respiro,
que ya no existo,
que ya no vivo... |