Imagino, un bosque.
Un frondoso bosque con los rayos del sol pasando por los huecos de las hojas el iluminándome el camino.
Los sonidos de la naturaleza abarcan mi atención, escucho, el ondear de los árboles, siento como disfrutan de la agradable brisa de verano,
también, los pájaros se asoman dulcemente a mi paso, siempre desde su priviliegiada perspectiva, y con su canto hacen de mi camino una dulce melodía.
El olor, hay el olor¡¡ huele a vida, a armonía, a color, a libertad...
El suelo es como manto de algodón, que con esa tierra viva hace de mi paso un incómodo gesto, e intento pasar, casi volando.
Quiero estar ahí para siempre, pero quiero que no se note mi presencia.
Muy cerca está el país de los sueños, cuando nuestra una visión, es en blanco y negro.
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