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La Organización
Pertenezco a la Organización. Hace poco que lo sé. Hace poco que conozco su existencia. Todo empezó con una sospecha. Me asaltó súbitamente al leer los diarios. Comencé a vislumbrar que las noticias allí escritas y que leía distraídamente mientras desayunaba como una ceremonia más de la mañana, inexplicable e inevitable, no poseían sólo el sentido aparente que se desprendía de sus repetidas palabras y que pretendían enumerar los hechos más o menos importantes que ocurrían en el mundo y que podían ser de interés para los lectores. Descubrí con una inquietante sensación de incredulidad primero, de estupor y creciente convicción después, que las palabras pretendían ocultar para mostrar precisamente mediante este ingenioso artilugio, otros mensajes secretos, cifrados, encriptados para la comprensión única de los partícipes del secreto. Pedí al diarero que me dejara todos los periódicos que se publicaban y los examiné cuidadosamente. Todos absolutamente estaban involucrados en la gigantesca maniobra. Después seguí con todos los diarios en español extranjeros que pude conseguir, y en todos encontré lo mismo. Cualquiera fuese la conjura era evidente que era universal. Comenté mi descubrimiento con algunos conocidos y todos se rieron lo que me demostró su estupidez o quizá y eso me inquietó, su complicidad. Traté de vislumbrar algún gesto que los traicionara en ese sentido pero si mi sospecha era cierta los partícipes del complot estaban perfectamente entrenados para enfrentar este tipo de situaciones.
Pasé entonces al análisis minucioso de los diarios y empecé a anotar en un cuaderno los hallazgos que iban apareciendo desordenadamente. Lo más obvio era el evitar intencionadamente el uso de ciertas palabras que eran minuciosamente reemplazadas en forma forzada y hasta poco elegante por términos que a veces ni siquiera eran equivalentes. Otro recurso era llevar al lector a centrar su atención con argucias profesionales en determinados párrafos de las notas degradando displicentemente otros que quedaban opacados y casi como apéndices molestos de lo que el autor se empeñaba en destacar como lo esencial. Así llené mi cuaderno con anotaciones y recortes, paralelamente intenté ordenarlos, darles un sentido.
Poco a poco se fueron uniendo en un orden unívoco, poco a poco fui vislumbrando la atroz realidad oculta. Y supe al comprenderla que ya era parte de la Organización. Desde entonces espero con angustia, con esperanza, con terror
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Texto agregado el 13-02-2004, y leído por 199
visitantes. (3 votos)
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Lectores Opinan |
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02-08-2004 |
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Buena forma de narrar dando datos que atraen la atención del lector, pero el principio del cuento es igual que el final y en el intermedio no hay nada que te sorprenda. Así que el cuento en conjunto pierde todo lo que ganó en su forma por no tener un desenlace interesante. musquy |
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