Lo cierto es que que, de vez en cuando, es bueno dejar de mirarse el hombligo y dar un repaso a todas la maldades que nos justificamos.
Asi como en nuestras bondades, nos gusta ser diferentes y mejores a nuestros semejantes, en nuestro oscuro actuar, nos proclamamos, iguales al resto, somos humanos, nos decimos y de humanos es errar, aunque tengamos que reconocer, que mas que errar, somos realmente, sepulcros limpiamente blanqueados, de sonrisas, cuando nos conviene, perfectamente maquilladas.
Hombres y mujeres de manos limpias, aparentemente incapaces de obrar la maldad que encarnamos.
Por eso, la mayoria de las veces, nos damos golpes de pecho y nos perdonamos nuestros pecados.
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