Humo se convirtió mi presencia,
frases vacías la existencia inmortal.
Aplausos de un público extraño
que antes al ovacionar
no presagiaba el lastimoso grito
que produjo mi voz, que cargo mi garganta
de acida bilis que en mi interior
no paraba de desbordar.
Esta laringe cansada
de gritar tú nombre en vano.
No puede ser -me dijiste-.
Mi dolor inocente se tornó
en ese eco que repetía
tu nombre a mi alrededor.
La armonía se obstruye
enjaulada en una ambición
que no vendrá a censurar
falsos recuerdos que no arrepienten
esta realidad que ahora se tambalea
en el tormento de mi caminar.
Vuelvo a pensar y te extraño.
Vuelvo a vivir y me muero
porque no se si quiero vivir
sin la ilusion de luchar por tus labios.