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Inicio / Cuenteros Locales / krasna / La inteligencia de Libuše.

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A pesar de que el viejo patriarca fundador murió poco después de haber encontrado el territorio que tanto había buscado, su pueblo logró asentarse en Bohemia y vivir en paz durante muchos años durante los cuales pudo desarrollarse y crecer, hasta formar una red de aldeas que finalmente se reunieron para formar el reino checo. El segundo rey de Bohemia, Kroc, que carecía de hijos varones, quiso entregar el mando a una de sus tres hiijas: la mayor tenía dones curativos, la segunda conversaba con los espíritus y la menor tenía el don de hacer profecías. Su prefencia fue a la más joven, la inteligente y clarividente Libuše, querida y respetada por todos. La muchacha supo, desde un principio, desempeñarse y gobernar con gran sabiduría y justeza.


Sin embargo, algunos hombres se sentían avergonzados - por muy sabia e inteligente que fuera, era sólo una mujer, pensaban -, y con el paso del tiempo comenzaran a emerger las quejas con respecto a la pertinencia de tener que obedecerle. La princesa, que acostumbraba rendir justicia sentada en su trono bajo un gran tilo, lo hacía con tanta equidad que todos aceptaban sus juicios y nadie osaba rebelarse. Hasta que la rabia contenida durante años terminó por estallar un día en que dos vecinos que no lograban ponerse de acuerdo acerca del límite de sus terrenos respectivos acudieron al juicio de Libuše. Al dar ésta la razón al más joven, el otro, que había vivido gran parte de su vida bajo la ley patriarcal que favorecía siempre a los hombres frente a las mujeres, y a los viejos antes que a los jóvenes, se puso a gritar furioso.

- ¡Que deshonra para nuestro pueblo. Todos ríen de nosotros! ¿Dónde se ha visto que una mujer gobierne a los hombres? Es preferible morir antes que aceptar tan injusta ley.


Un molesto y pesado silencio se abatió sobre la asamblea, y aunque nadie nadie osó apoyar a Libuše, ella se levantó y respondió con dignidad: "Porque no los gobierno con mano de hierro, piensan que me falta entendimiento. Siempre he tratado de ser justa y nunca nadie se ha quejado de la pertinencia de mis juicios. El problema es que no soy hombre, sino mujer, y eso les molesta. Si lo que desean es un hombre como jefe de nuestro pueblo, pido al Gran Consejo que elija al más apto, y yo prometo tomarlo como esposo." Dicho esto, se marchó a meditar a su jardín.


Al despuntar el día, Libuše convocó al Gran Consejo, que se encontraba en gran dificultad para elegir un sucesor, y se dirigió a sus miembros: "Si lo desean, puedo decirles quién será vuestro rey, y también dónde pueden encontrarlo." Como todos sabían la certeza con que se cumplían las profecías de Libuše, aceptaron agradecidos su proposición.

- Más allá de las montañas, en un pueblo llamado Stadice, encontrarán a un hombre arando la tierra; es alto y de porte digno. Su nombre es Premysl. Mi caballo sabrá guiarlos hasta vuestro jefe.


El caballo de Libuše avanzaba con paso seguro, como si conociese el camino, y a medida que avanzaban, los mensajeros se sorprendían al escuchar relinchar a los caballos que pastaban a lo largo de la ruta, como saludando al hermoso caballo blanco de la princesa.


Caminaron durante dos días y a la mañana del tercero un muchacho respondió por fin "Stadice" cuando le preguntaron cómo se llamaba ese pueblo, y cuando quisieron saber dónde podrían encontrar a un hombre llamado Premysl, el muchacho dijo señalando hacia el este: "Está en el campo trabajando con sus bueyes". El grupo siguió el rumbo indicado hasta que divisó a un hombre alto y de noble porte arando tras dos bueyes abigarrados. El caballo de Libuše, al verlo, relinchó alegremente y se paró en sus patas traseras. Los mensajeros se acercaron y dijeron inclinándose ante él:

- Te rogamos que dejes tus bueyes y nos sigas. La princesa Libuše y el pueblo checo nos envían para pedirte que aceptes ser nuestro soberano. Aquí tienes las vestimentas blancas que simbolizan la soberanía.


El joven Premysl inclinó su cabeza aceptando la proposición. Un poco más tarde, vestido de blanco, montó el caballo de Libuše que lo acogió con un relincho jovial. Cuando llegaron de vuelta, la princesa y su pueblo los esperaban preparados para celebrar la ceremonia.


Libuše y Premysl, que se conocían y amaban desde la infancia, unieron entonces sus manos y penetraron lentamente al castillo de los reyes de Bohemia.


Es así como cuentan en esa tierra del corazón de Europa el advenimiento de la disnastía de los premislidas, que gobernaría al pueblo checo durante seis siglos.




Texto agregado el 18-01-2007, y leído por 595 visitantes. (17 votos)


Lectores Opinan
20-06-2007 Muy buen texto. A veces los hombres anteponemos nuestro gènero como ùnico mèrito. La sabidurìa y astucia de Libuse desembocò en un buen final para ellos y para su pueblo. Abrazos y estrellas. ollitsak
18-05-2007 llego al final de las tres parte de la leyenda, las leí en desorden, pero, son muy ricamente elaboradas o adaptadas a tu lengua Krasna, mis felicitaciones y estrellas***** CURICHE
04-03-2007 impresionate texto muy bien narrado***** neison
24-02-2007 Excelente manejo de la narrativa. Aytana
24-02-2007 Es una bonita historia y creo que podria ser verdad. Los hombres son asi, no se dejaban gobernar por mujeres, afortunadamente eso ha cambiado no? eslavida
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