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El Lechuzo que descubrió la luz (5)

Para Fernando

Y sucedió una vez que estaba de regreso, habiendo dejado apenas a su palomilla, a quienes de prisa acompañó a sus moradas, porque alboreaba para ellos su habitual jornada; cuando repentinamente se encontró el lechuzo audaz con varios inspectores, llamados por un soplón, que tenían invadida su casa; ya habían hecho prisioneros a todos los de su familia y eran torturados para arrancarles la verdad. También fueron por el abuelo "Azor-milano", que tenía fama de revolucionario, pues creían de cierto había sido el principal instigador de aquel cárabo irredento. Entonces el autillo incitador nada tuvo que esconder, pues con las manos en la masa y dando vuelta a la tortilla, reconoció que esta vez lo habían sorprendido in fraganti. Fuertemente maniatados fueron conducidos todos a la cárcel especial de alta seguridad, llamada “Negralmoloya”.

"Neblí nebuloso", fue puesto en la mazmorra más fría y oscura que existía en el penal. Los familiares del insurrecto recibieron severos castigos y fueron sometidos a tormentos de hambre, sed y frío por conspiradores y encubridores. Luego, les dieron sentencia de trabajos forzados, condenándolos a picar piedra durante 10 años en las minas de diamantes.

En cambio, para "Neblí nebuloso", fueron impresionantes los suplicios; pues era claro que apareció como el principal cabecilla y perturbador del gremio; sin contar las ganas que le traían todos los resquemados. En atención a ello, fue sancionado como el único culpable de semejante e increíble delito de haberse atrevido a ver la luz; y, además, porque se negó a delatar a sus compañeros, alegando que él siempre andaba solo con su conciencia y libre de hacer aquello que le marcaba su corazón.

Se le redujo a cadena perpetua y a vivir en una barraca y laberinto oscuro por siempre, con alimento escaso y sesión de público apaleo cada mes, como escarmiento. Y, no quisieron ejecutarlo los estigres alados, porque temían una revuelta de la parvada que amaba mucho al mancebo neblíe.

Hubo una tregua, cuando quedó recluido, pues creyeron los principales del Consejo que encerrado e incomunicado en lobreguez sempiterna, ya no podía causar mayores problemas a su camada de ciegos ternascos encogidos. Por lo tanto, pasados algunos años, casi llegaron a olvidarse de él, y siguieron reeligiéndose entre ellas en los puestos del mando, y disfrutando en hacer sentir a los demás su negro poder.

Pero, con el correr del tiempo, como las nubes pasan por los caminos del ancho cielo, y un día de tantos sueltan lluvias aún en el desierto; así, de pronto, empezaron a extenderse los rumores y pregones ya escuchados alguna vez no lejos de ahí. En efecto, por doquier se hacían comentarios innovadores y desusados en aquellos negros recovecos: "¡revolución!, ¡cambio!, ¡democracia!, ¡guerra a lo negro!, "en la luz está la verdad"; ¡es necesario cambiar todo!, “el valor de la vida depende del amor y de la luz que hay en la conciencia”, “el ser crece y se desarrolla cuando se le se deja ser”, etc., etc. Y esto, era común hasta en el mismo palacio de las recelosas lechuzas tuertas; pues se contestaba todo cuanto acerca de las teorías calabaceadas que sobre la luz y necedad del vivir a oscuras habían venido sosteniendo la COR y su cáfila de incondicionales admiradores.

La cuestión era grave, porque, incluso estas frases se escuchaban referir y aplaudir entre los mismos policías y guardias que custodiaban y atormentaban a "Neblí nebuloso". Por eso, en aquel mismo instante, y sin perder tiempo, como medida prevista por sus leyes y, para evitar una insurrección general que acabara con el clan de las lechuzas, fue expulsado el alado Neblí, a quien no dejaban de llamar ignorante y alborotador revolucionario. Inmediatamente se formó consejo que dictó sentencia como ley resolutiva, según la cual, Neblí-nebuloso quedó fuera y sin méritos, sin derechos ni prestaciones de la bandada y sección de las lechuzas ciegas y adoradoras de lo negro, por haberse hallado contumaz aquel lechucillo insurrecto.

El decreto de ley rezaba, que quedaba extrañado categóricamente de la mesnada, y que por el sólo hecho de poner “Nebli-Nebuloso” un ala en sus dominios, con ello firmaba su sentencia de muerte. Y que en el caso preciso, cualquier ave de la bandada podría ejecutar la resolución por su propias garras, uñas o picos; de modo que todos debían estar preparados y afilados (para acometer dicha comisión el manicurista era gratis); además, que llegado el caso, sería altamente premiado y enaltecido quien así lo hiciese.

Lo anterior fue leído y notificado al autillo cría de neblíes, por dos lechuzos pitañosos, quienes la hacían de voceros de los jueces de la COR, antes de acompañarlo y dejarlo muy lejos de su territorio. Pero ciertamente, ni siquiera fueron estos hasta los territorios marginales, sino que lo enviaron con una parvada de pesados buitres, también negros, de los llamados “quebrantahuesos”.

En realidad esta sentencia y decisión significó y fue solamente un impulso mayor para la vida y deseos de conocer toda la realidad, de parte de "Neblí nebuloso". Pues, por ser joven, se recuperó casi presto del descoyuntamiento de huesos, la escualidez y magrura del castigo de su cautiverio; y, una vez robustecidas sus fuerzas, voló de nuevo hasta los confines de su nidada, aumentado su coraje y valor para proseguir en su lucha fiera contra las negras. De este modo, en poco tiempo aprendió, sin dejar de ser un ave nocturna, a convivir, participar y alternar con otras aves de distintas clases.

Pudo, con valor, fuerza y tenacidad, adaptarse al día casi en forma normal; y, a tal punto casi perfecto, que se inscribió en las escuelas de las aves que ven de día. Claro que no podía olvidar a los suyos; por eso, repetidamente, luego que salía de la escuela, siendo de día y para ellos de noche, volaba hasta las esteras y tejados oscuros de su parentela, quienes vivían el sueño de la muerte. Los contemplaba dormidos, les daba un beso y se retiraba a visitar también a los amigos a quienes las circunstancias le cambiaron de lugar. A ellos les dejaba algunas notas escritas sobre sus adelantos y progreso en la Universidad; y pedía que pasaran las cartas que escribía a otros conocidos y a muchos más que viviendo en aquellas tinieblas deseaban y necesitaban conocer la verdad.

De este modo, había encontrado un medio mejor para ayudar aquellos urúes inquietos e interesados en luchar por liberarse de las mazmorras, espeluncas y antros de la ignorancia en que vivían, a causa del sistema de control que ejercían sobre ellos las desmañadas gallináceas, que se habían adueñado del valor y patrimonio comunitario del grupo de lechuzas a través de sus actitudes gazmoñas y de su ingenio cernícalo insaciable.

Y, sobre todo, no desaprovechaba sus mensajes para animarlos e impulsar sus ansias, anhelos y pretensiones de querer salir y romper definitivamente con aquel cuadro desfigurado, velado y currutaco; el cual, como les repetía con frecuencia, hería sensiblemente su dignidad de aves libres.
—¿Que qué es currutaco?
—Es lo mismo que gomoso, presumido y postizo.

Es claro que esta situación no podía continuar en forma ordinaria y tranquila, ya que por las actitudes, reacciones y respuestas de los compañeros de "Neblí nebuloso", se dieron cuenta las lechuzas guacamayas que algo olía mal en las escuelas; y, que detrás de todo aquello estaría, sin duda, la sombra y espectro del indomable lechuzo desterrado.

Así, por medio de adulaciones y dando coba a los posibles implicados; repartiendo premios, ejerciendo el derecho de vasallaje y provocando la deslealtad entre los suyos, campo en que se movían como Pedro por su casa las turbias aladas. Y, cuando el Consejo mayor, confiscó algunas cartas de "Neblí nebuloso". Se dictaron toda serie de proclamas, bandos, notificaciones y edictos, no sólo para perseguir o capturar al repugnante y apocalíptico engendro, como lo llamaban, sino directamente para destruirlo, como a un enemigo jurado y peligroso de todo aquel banco de chabacanas, incultas e inelegantes cetrinas; puesto que aún expatriado, había llegado a convertirse el lechucillo en uno de los que "sa
bían demasiado", y no podía seguir viviendo.

De este modo, con un odio predominante por delante; usando todas sus influencias, satélites y diplomacia mezquina, combinada con la fuerza de su poder y maña endrina, todo se confabuló en contra del autillo audaz, pues tejieron redes con ponzoña de araña, para hacer callar para siempre a nuestro héroe guaraguo, convertido ahora en un despierto aguilucho lleno de luz, que campeaba por el campo oscuro de las tapizadas herraldinas.

Las curucas tuertas, alquilaron, compraron y contrataron diversas aves mercenarias para tener ojos por doquier. Y ante el entusiasmo vil de la pródiga recompensa, todos fueron retozando y afanosos en su búsqueda, como Judas a la entrega, sólo por el afán del dinero. Iban en escuadrón cerrado veloces halcones, águilas, cuervos, zopilotes y en volandas torpemente, hasta pichones zoquetes. Hordas y cuadrillas de visión diurna y nocturna, pero deforme por prestarse a la injusticia, se dieron entonces a la caza.

Valiéndose los esbirros salvajes de diversos ardides, estratagemas y poderío militar tendieron un cerco en un radio impresionante a lo largo del país; iban bien preparados y dispuestos todos a matar, sin el menor miramiento. Portaban bombas, aguatochas, sacabuches, jeringas, pistones y metrallas con balines; otros manejaban ligas, resorteras, lanzas, y alguno que otro hasta piedras afiladas y enjambres de abejas africanas.

A la voz de ya, los sicarios comenzaron la operación de pulverización del sentenciado guaraguo, dándose a la tarea de una encarnizada persecución, buscándolo día y noche, sin tregua ni reposo, hasta en los escondrijos más subterráneos de los albañales, con instintos cochinos y sarracinos.

Así, ante aquel despliegue de organización para el mal, nuestro "Neblí nebuloso", que no era “Rambo” ni “Supermán”, pronto cayó en una emboscada, al verse traicionado por uno que había sido su amigo, y por tal infamia, y el olvido no le vale, dejó de serlo en aquel momento, pero que nunca lo fue. El sitio en que menos lo podrían buscar, pensó el sabio autillo rebelde, era su propia casa. Sí, allí estaba con los suyos.

Fue maltratado al momento y conducido como prisionero peligroso, habiéndole sacado primero los ojos, según órdenes recibidas del Parlamento de la COR.
Luego, las huestes cruzadas, lo consignaron sin demora al Consejo mayor de las lechuzas, para recibir su debida recompensa. Entonces, las aves rapaces, olvidándose de las leyes inflexibles impuestas por las mismas curucas tuertas, se levantaron de día, saltando de gusto y cayéndose por las escaleras, cuando las llamaron a la puerta para darles la alegre noticia. Listas para pronunciar la sentencia.

—¿Qué cuál fue la sentencia que le dieron a "Neblí nebuloso"?

—Espérate, porque ya llegamos al final.

Luego de torturarlo, arrancadas una a una y en vivo todas sus plumas, el autillo fue vapuleado y molido a baquetazos; lo ultrajaron y maltrataron cuanto les alcanzó la imaginación a los verdugos y sayones malandrines.

Así, macerado e irreconocible lo encontraron ya sin vida sus familiares y amigos al día siguiente; estaba atado a unas varas de jara y colgado en un poste de telégrafos; tenía las alas desplegadas y con la vista al sol, como sonriente. Estaba todo transformado.

—¿Que si de nada sirvió su descubrimiento?
—Sin duda que esto fue muy importante. —Descubrió la verdad y se mantuvo fiel a ella. Caminó siempre en ella, a pesar de todo lo que le sucedió. Era verdad, y ¡en qué grado! aquello que descubrió su conciencia, por eso la vivió y defendió con valor y con su propia vida. Él dio todo cuanto tenía por su verdad; y si hubiera resucitado, de nuevo se hubiese entregado a ella.

De este modo fue como en realidad triunfó "Neblí nebuloso"; porque su testimonio queda como apotegma y una apresante sentencia (=pensamiento, regla, máxima, demostración, aleccionamiento y moraleja), para todas las generaciones que condenan, desaprueban y lucharán contra la visión estrecha, egoísta, rancia y dañosa de cuantos se empeñan en ver todo de acuerdo al nivel de su absurdo y necio orgullo, de su malvada hipocresía, y cuantos pintan y ensucian todo desde lo oscuro de su negra conciencia.

—¿Que si en verdad existió este lechuzo que descubrió la luz?
—Claro que sí. —Este lechucillo fue, vivió y floreció en la realidad del tiempo; porque, sin no hubiera existido, entonces sí habría que inventarlo. Es más, el abuelo decía que ha habido muchos lechuzos semejantes a éste, del cual me hizo conocer sus hazañas, y cuya historia y aventuras me relató cabalmente desde hace mucho tiempo.

—¿Que no entiendes que ha habido muchos lechuzos semejantes?

—Sí, esto es claro:
—Si no hubiera habido hasta ahora en el mundo tantos "Neblíes nebulosos", que a base de estudio, esfuerzo, valentía han traspasando las fronteras injustas;
—Si no hubieran existido seres que conservándose en sus logros, aún al precio de su propia vida; casos como este singular de valientes que han salido de su ceguera, dejando el mundo de oscuridad y mentira, para convertirse en astros relucientes;
—sin esta clase de audaces e intrépidos garzones que iluminan e invitan a desligarse a muchos otros, diciéndoles que la liberación no sólo es posible, sino un imperativo para quien de verdad aspire a la felicidad plena y de los suyos.

—Sin esta personificación de la verdad, de la luz, la lucha denodada, y el arrojado empeño de tomar la vida en serio, con sus imprevisibles consecuencias por ellos encarnadas, no existirían posibilidades de salida y de liberación para tantas situaciones semejantes que prevalecen, subsisten y coexisten entramadas con cosas talmente buenas, y que actualmente necesitan y reclaman otros lechuzos valientes en tantos grupos, instituciones, comunidades, familias y naciones de nuestro planeta que se llama mundo humano, pero que es muy inhumano.

Lo podrás ver mejor en términos cristianos; porque desde un hecho semejante y sin par, el cual tú bien conoces, podrás entender que los verdaderos descubridores y seguidores de la luz, de la verdad y el bien, siempre son perseguidos, criticados y pesa sobre ellos una sentencia de muerte. Sólo después de mucho tiempo, a algunos les reconocen méritos y el significado de cuanto hicieron; pero antes, todos deberán pagar el mismo precio. Porque, para ser libre de verdad y volar sin ataduras por las regiones de la luz y los aires puros del espíritu, es necesario pasar a través de una puerta muy estrecha, la cual muchas veces quiere decir completar la vida siendo sacrificado.

Para nuestro “Neblí-Nebuloso”, resultó claro y verdadero aquello que sabiamente le indicó el abuelo lechuzo “Azor-milano”: —“Si tienes madera de mártir, prepárate para morir crucificado”.

Saludos de tu tío "El Vagabundo"

Texto agregado el 13-02-2004, y leído por 291 visitantes. (0 votos)


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