Sus ojos

No me percaté del paso del tiempo, ni de mis casi veinticuatro años ni de sus cuarenta y dos.
Hoy mientras cenábamos, observe las huellas que dejó el tiempo dibujadas en su rostro. Se abrían en un par de líneas que hacían sus ojos mas tristes, mas cansados.
La sombra de su enfermedad se notaba en su mirar. Había arrasado como un huracán y al cabo de dos años se había robado injustamente años de juventud. Se veía terriblemente avejentado, pero sigue siendo él y a su lado, aún puedo sentirme protegida.
Mientras yo lo observaba él me sonrió y una chispa casi forzada salió de sus ojos, una alegría repentina, no era falsa, solo era pobre y melancólica.
Sonreí también... entonces comprendí que se esfuerza en seguir adelante por nosotros, los que lo amamos.
Aún así mi sonrisa se ahogó sin querer en su tristeza y mis lágrimas se apuraron por salir.
No quería llorar, no enfrente de él.
Todo lo que ya lloré no es suficiente, nunca va a ser suficiente y el dolor de saber que esta sufriendo me quiebra y la impotencia de no ser Dios me mata.
Pero si él sigue en camino de tener un buen destino, yo le tiendo mi mano y camino junto él, sembrando esperanza, regándolas con fe.
… pelea, él es fuerte entonces yo peleo con él.