La letra no podía ser más clara.

Ya estoy aquí
otra vez
ensayando
una nueva despedida . . .

De a poquito la brecha entre ambos había decantado en un abismo, dudas, malentendidos iban por doquier, hasta que el paso definitivo se dio en menos de lo esperado: quince días después de mi cumpleaños.

Desde ahí las lagrimas se arrumaban con los recuerdos y de cuando en cuando me sacaban una sonrisa de gratitud.

Pero en tu coche era distinto, el mazda rojo de tu padre, el cual lo conducías con sobriedad, quizá hasta te olvidabas cuando no lo podías manejar y era yo quien tomaba los controles, igual como tomaba el mando en este instante sin resistencia ya.

Lejos, la Universidad era mi escape, allí como no sabían de ti eran ajenos a mis emociones, pero incluso por esos rezagos de recuerdo te imaginaba, deambulando los lugares que en solo días pasados, quizá meses o fueron años atrás, la memoria me confunde a ratos, frecuentabas en mi delante.

Las palabras sonaban tan efímeras esa noche, era como que un juego cruel había puesto las piezas en caminos divergentes y ahora se complacía en presenciar sus resultados. Como cinco meses o seis o siete, el tiempo se hace grande y esas leyes físicas no parecen tan claras cuando se expande. Igual todo ese periodo había pasado de largo arrullando memorias en fotografías y la noche había tomado mi cuerpo harto ya de buscarle razones.

Entonces en la mañana como si nada el teléfono sonando:
- “Hola “
- “hola, ¿como estas?,
- “Estoy, estoy a la vuelta de tu casa, en la farmacia, puedes salir?.

Colgado de tu melena
atado a ti por cadenas
a ti,
a ti . . .
maldito deseo . . .

Sonaba en el automovil como contando nuestra historia, mi historia. Tus labios dulces eran iguales que siempre, tus manos eran suaves fiel reflejo de tu piel y tu cuerpo, tu cuerpo donde tantas veces escale el cielo era era, eras ni mas ni menos tú y no lo soñaba.

- “como así estas por aquí?
- “Es que vine a verte, ¿Tú no quieres verme un momento?”
Mil ideas raudamente en mi cabeza, como podía negarme si tanto lo había esperado.
- “¿para que?”
- “Para conversar, para verte un rato”,
Y después?, tanto que me había costado sacarla milímetros de mi cabeza. Y después? me repetía incesante, Quien piensa en el “después” en un momento como este? Ya veré que hago, que senderos merodeo o que me invento.
- “me visto en un momento y voy”, frío, sin desalinearme pero certero.

No puedo creerlo,
no puedo creerlo no,
pero eres mía
tan fuertemente mía
que hasta me siento un ser injusto y egoísta
pero quería decirte un hasta siempre
y sin embargo he suplicado
quedate junto a mi lado . . .

La radio acompañaba nuestro ritual, que fácil hablar de amor con todo el hemisferio confabulando, juntos en el auto como hacia tanto, jugando a darle un chance al otro, desabotonando suavemente cada una de los eslabones que nos habían alejado.

Allí, junto a la Farmacia con gafas para el sol y el mazda de tu padre:
- “Hola”
- “hola”,
- “Sube vamos a dar una vuelta,”
- “bueno pero espera, yo conduzco,”
- “Ok, toma las llaves,”
- “listo, vamos a donde pero?”
- “A donde quieras . . . “

Las palabras que sonaban tan avezadas, tú en tu vida tan diferente de la mía, con tu sueldo, tu fajo de dinero y tus tarjetas de crédito en la cartera, yo tan básico, estudiante de universidad aun, ¿En que momento dimos el viraje y este tren se descarrilo?.

Por la Mitad del Mundo, en aquel lugar que de casualidad lo encontramos, sin nadie a la redonda, hablando de cosas elementales, acalorados por el clima casi desértico, extrañados uno del otro, felicidad dulce dama tan pasajera que había abordado el mazda rojo con nosotros.
- “Voy a hacer algo, pero no se si tu lo quieras”
- “que cosa? ¿como sabes que no voy a quererlo?
- “Te quiero dar un beso”
- “no, no esta bien”
- “Pero quiero hacerlo”
- “pero no esta bien”
- ‘Bueno, si tu no quieres”
- “que no este bien no signifique que no lo quiera”,

Me miras y me terminas
me rindo cuando suspiras
por ti,
por ti
y otra vez me ganas
vuelve a engancharme tu risa
me atrapas en tu camisa
en ti
en ti . . .

Resentimientos eran fácilmente doblegados por la vid del otro, el auto nos quedaba pequeño, bajamos los asientos para darnos mas espacio, los vidrios se empañaban, las ropas eran desacomodadas para que los cuerpos den paso a su lenguaje, a esa sinfonía que coreábamos tantas veces.


Y te quiero mía
profundamente mía
aunque sea en esta calle sin salida
siempre tan mía
intensamente mía
aunque sé que es una locura que nos lía
ir los dos juntos por la vida
contra el resto del mundo.

Es la radio que nos cantaba, un abrazo entre mezclado de pasión y recuerdo.

- “ahora si dime como estas”
- “Te extraño “

El orgullo de cada uno por los suelos, desolado, genial momento para decirlo, para contarte el vacío que ha quedado incluso para reclamarte el haberme cambiado. Las palabras no eran necesarias igual las sonrisas atizaban, como no hablarte de lo bella que estas, de la carita despintada que ha perturbado mis noches. Noches, días, semanas eternas, pero hay algo raro entre ambos, lo percibo indistintamente, ahora entiendo la urgencia, el famoso tiempo que me pediste, la tortilla da vuelta y me pides que continuemos.

- “Podría ser que esto ocurriera a diario, que podamos despertar juntos, recuerdas? como lo habíamos imaginado”,

Las miradas se entrecruzan, como queriendo saber que piensa el otro, los labios se llaman, los cuerpos se convocan.

Pero ahora te complicas en mi cabeza, me doy cuenta que ese tiempo no ha sido vano, no respondo y hago como que no escucho, que no entiendo, mala costumbre aprendida ese instante, tu seguridad llega a ser mi inseguridad, disfruto el momento e imagino que después lo pensare.

Y te quiero mía
profundamente mía
aunque sea en esta calle
sin salida . . .
Arecife.